Los devotos de la Virgen María que se dirigen a su santuario en Higüey, el municipio cabecera de la provincia de La Altagracia, empiezan desde este viernes a colmar las posadas y hoteles familiares y a llenar de vida las comunidades vecinas y las carreteras.
Es igual todos los años, pero es cada vez menos frecuente la ocurrencia de los accidentes de tránsito que cargaban de luto estas peregrinaciones.
En unos casos esto ha cambiado por la mejor calidad de las carreteras, pero también por las prevenciones impuestas por las autoridades, que con su presencia disuaden a los que, de regreso a sus casas, se empeñan en acortar las distancias con excesos de velocidad.
Una declaración reciente del director de la Policía sobre el envío de agentes como patrulleros preventivos es una buena decisión.
A veces hay que ayudar a la gente a cuidarse, particularmente cuando se trata de desplazamientos multitudinarios. Y aunque algunos pueden creer que la Virgen María los acompaña, tal vez sea oportuno referirles una afirmación que era común en el Este del país, donde tiene su santuario.
Decían los mayores de aquella parte que hacerse acompañar de la Virgen era una garantía si se mantenía una velocidad moderada, porque cuando se pisa el acelerador muy a fondo se baja, discretamente, pero lo hace.