El hígado es el órgano interno de mayor tamaño en el cuerpo. Se ubica principalmente en la parte superior derecha del abdomen, debajo del diafragma y encima del estómago. Con una menor proporción que se extiende al lado izquierdo.
Liliana Jiménez, gastroenteróloga de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), explica que la enfermedad del hígado graso no alcohólico afecta hasta al 25 % de las personas en todo el mundo y es la forma crónica más común de enfermedad hepática.
Las personas que tienen enfermedad del hígado graso no alcohólico, con el pasar de los años pueden tener un mayor riesgo de fibrosis (endurecimiento del tejido hepático) que lo vuelve totalmente disfuncional, afirma la médica.
Debido a que, a menudo, no hay síntomas, muchas personas no saben que lo tienen. Cuando el paciente tiene molestias, estas incluyen fatiga y dolor o malestar en la parte superior derecha del abdomen, afirma la experta.
“Si bien el consumo excesivo de alcohol puede causar enfermedad del hígado graso, sin embargo, la enfermedad del hígado graso no alcohólico puede deberse a la obesidad y afecciones relacionadas, como presión arterial alta o diabetes tipo 2”, dice la profesional al abordar el tema.
Jiménez señala que la enfermedad del hígado graso no alcohólico está infradiagnosticada porque las personas a menudo no tienen síntomas.
La crisis de la Covid-19 obligó a cambios en el estilo de vida, la llamada “nueva normalidad”, por ejemplo, es frecuente que ahora se trabaje desde casa pasando a tener un estilo de vida más sedentario.
Estos cambios favorecen variaciones en el ritmo del día a día, contribuyendo a una permanencia de hábitos poco saludables.
El pedir comida rápida, comer en el vehículo, sin duda contribuye al aumento en el peso corporal, incrementando potencialmente la incidencia de obesidad y trastornos relacionados con la misma.
Debido a la obesidad generalizada, la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés) es una de las principales causas de enfermedad hepática en todo el mundo.
Comprende un amplio espectro de patologías que van desde el hígado graso no alcohólico hasta la esteatohepatitis no alcohólica, pasando por la cirrosis y/o el carcinoma hepatocelular.
Una forma de detectar el hígado graso es con una sonografía del abdomen, prueba de imágenes, no invasiva (permite al especialista ver los órganos internos en el abdomen), tener una idea del grado de esteatosis, este examen se debe acompañar de pruebas de funcionamiento del hígado y concomitantemente un perfil de niveles de colesterol, triglicéridos (son un tipo de grasa que se encuentran en la sangre), glicemia, entre otros.
Cuando se sospecha que existe inflamación y el paciente persiste con el nivel de hígado graso se debe evaluar más profundamente la dureza de este órgano, para esto se dispone del fibroScan, prueba no invasiva y de fácil interpretación que aporta el porcentaje del hígado graso afectado, así como el nivel de fibrosis, si existe.
La gastroenteróloga que dice que es importante hacer énfasis en “la otra cara de la moneda”, que la representa la enfermedad hepática grasa vinculada al consumo de alcohol.
No se trata de un único cuadro clínico, sino que pueden presentarse de varias modalidades dependiendo de la cantidad de alcohol ingerido, el tiempo durante el que se consuma y la susceptibilidad individual.
Hay tres grandes cuadros de enfermedad hepática producida por alcohol que, de menor a mayor gravedad son: la esteatosis hepática alcohólica, la hepatitis alcohólica y la cirrosis etílica. La causa es el consumo excesivo de alcohol.
Puntualiza que no todas las personas que consumen alcohol en cantidad excesiva desarrollan enfermedad hepática grave. Hay un componente de susceptibilidad individual, aún no identificable, que hace que con la misma ingestión de alcohol unas personas desarrollen cirrosis y otras solamente esteatosis.
Tratamiento
El único tratamiento eficaz es el abandono del consumo de alcohol. Si existe dependencia alcohólica, la suspensión del consumo precisa de ayuda psiquiátrica.
La supresión del consumo del alcohol permite la curación de la esteatosis; cuando existe cirrosis, da lugar a una mejoría de la función hepática, aunque esta condición es irreversible. Jiménez resalta que dependiendo del grado de deterioro de la función hepática, estos pacientes podrán llevar luego una vida normal, o por el contrario, precisar un trasplante hepático para evitar el fallecimiento a causa de complicaciones de la cirrosis.
El consumo de alcohol incluso en cantidades moderadas solo representa riesgos para la salud, advierte la profesional.
La médica explica que es frecuente que el Ministerio de Salud presente las alertas sobre la comercialización de alcohol adulterado que genera un daño agudo severo que puede llevar a la muerte del individuo como ha venido ocurriendo en los últimos años en la República Dominicana con cifras alarmantes de intoxicación por esas bebidas de fabricación casera con metanol.
Exhortación
—Prevención
La galena exhorta a la vigilancia preventiva para detectar a tiempo los problemas de salud ya que sin diagnóstico no se puede ofrecer un adecuado y oportuno tratamiento.
Recomendación
Reduzcamos el consumo en exceso de alcohol, asimismo de alimentos, sobre todo si son altos en calorías, ya sean de grasa o azúcar, en definitiva estos excesos son los que contribuyen a estados alterados de salud de forma global.