La fecha 14 de junio, aparte del suicidio de Pedro Santana, es señera por la incursión armada de los valientes que iniciaron el derrumbe de la tiranía de Trujillo.

La sigla 1J4 fue luego la del movimiento revolucionario más importante al renacer la democracia.

Pero lo que pudo haber sido un motor potentísimo para cambios sociales acelerados, fracasó por inexperiencia y candidez de aquellos idealistas. Muchos se entregaron al espejismo de las izquierdas más radicales y hoy rumian lo que pudo haber sido, como fue en Cuba y es en Venezuela y Nicaragua.

Una enfermiza noción del heroísmo nos hace exaltar a esos que afortunadamente fracasaron.

Pero el país que tenemos hoy lo debemos a otros, los que apostaron por la frágil paz, por la construcción de una democracia imperfecta; los que crearon empresas, empleos, patronatos, universidades, que politiquearon sin matar policías ni asaltar bancos, que legislaron, animaron al Poder Judicial hasta mejorarlo; los que creyeron en un país mejor, con menos pobreza y más oportunidades.

Esos son mis admirados héroes.