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Héroes en la sombra: Tragedia en Jet Set hace visible profesiones y oficios de bajo perfil

Katherine Espino Por Katherine Espino

El refrán popular «a la hora de la verdad, se conoce quién es quién» se manifestó crudamente en la tragedia del pasado martes 8 de abril. El inesperado derrumbe del techo de la emblemática discoteca Jet Set, faro de tantas noches capitaleñas, cobró la existencia de, hasta ahora, 231 personas y lesionó a más de 189; este terrible suceso evidenció la importancia vital de labores habitualmente subestimadas.

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Apenas la primera alerta al Sistema Nacional de Atención a Emergencias interrumpió la quietud de la madrugada del 8 de abril, cerca de la 1:00 de la madrugada, ambulancias, bomberos, agentes de la Policía Nacional, rescatistas, Defensa Civil, Cruz Roja y otras entidades se movilizaron, ofreciendo auxilio continuo hasta la remoción final de escombros.

Los técnicos en emergencias médicas fueron los primeros profesionales en llegar, suministrando atención crucial y trasladando heridos. Su pronta y eficaz respuesta resultó fundamental para preservar vidas.

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De igual modo, los socorristas desempeñaron un rol importante al establecer un protocolo inicial para la búsqueda de personas entre los restos, en medio de la incertidumbre y la consternación.

Fue entonces cuando actuaron los bomberos, cuya ardua y peligrosa labor de salvamento entre los escombros, utilizando equipos especializados para remover estructuras colapsadas y buscar sobrevivientes, se extendió por 59 horas continuas, según reportes del Centro de Operaciones de Emergencias.

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En la lucha por la vida, los rescatistas compartieron el protagonismo con otros miembros de instituciones de auxilio, estableciendo un protocolo inicial para identificar a los lesionados conscientes, preguntando sus nombres para vociferarlos a fin de que a los atribulados familiares, apostados en las afueras del Jet Set, los reconocieran.

Gracias a esta gestión, con el amanecer, muchos de los atrapados bajo los restos del antiguo Jet Set fueron conducidos a centros de salud, portando la fragilidad de la existencia y la urgencia de la esperanza.

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Según un medio local, ya a las 7:22 AM se confirmó el deceso de 12 personas y varios lesionados.

En una carrera contra el tiempo para facilitar el tránsito y permitir el movimiento de las ambulancias, los equipos de rescate movilizaron los vehículos de las víctimas que obstruían la vía.

Integrantes de las Fuerzas Armadas y la Defensa Civil acordonaron el área, creando un perímetro de seguridad.

Para el traslado de afectados y asistencia a familiares, se movilizaron 567 colaboradores, incluyendo 37 ambulancias de soporte avanzado, 37 de soporte básico, 37 facultativos, 74 enfermeras, 97 TTS, 2 URI, personal de Gestión de Riesgo, unidades administrativas y logísticas, y vehículos de salvamento. Se realizaron 155 conducciones (63 a privados, 92 a públicos y privados) y se asistió a 45 parientes (20 con traslado, 25 sin él).

Cada número representa el esfuerzo humano que, en medio del calor, la desesperación, el hedor y el agotamiento físico, luchó sin cesar por preservar vidas.

Los conductores, enfermeras y médicos fueron cruciales para el traslado de afectados y el apoyo a los parientes en la zona.

Los trabajadores sociales y psicólogos también fueron clave al brindar apoyo emocional a víctimas, familiares y testigos para ayudarles a procesar el trauma y afrontar la pérdida.

De igual forma, quienes brindaron apoyo logístico (personal hospitalario, camilleros, voluntarios) fueron vitales en la organización de la ayuda, el transporte de recursos y la atención a los afectados. Su labor silenciosa resultó esencial para la gestión de la crisis.

Y por supuesto, el personal forense y los patólogos tuvieron la difícil tarea de identificar los cuerpos y determinar las causas de muerte, un proceso crucial para las familias y las investigaciones.

Todos ellos fueron los verdaderos héroes en esta tragedia, con su entrega incondicional, dinamismo y proactividad, logrando salvar centenares de vidas y brindar consuelo a los allegados de las víctimas. Las horas posteriores al derrumbe fueron difíciles, desgarradoras e inolvidables, pero en la angustia hubo profesionales que priorizaron el bienestar ajeno, demostrando que en momentos de dolor la solidaridad y la empatía prevalecen en corazones dispuestos a colaborar.

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Katherine Espino

Periodista digital. Community Manager. Locutora.

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