Héroes en la sombra: Tragedia en Jet Set hace visible profesiones y oficios de bajo perfil
El refrán popular «a la hora de la verdad, se conoce quién es quién» se manifestó crudamente en la tragedia del pasado martes 8 de abril. El inesperado derrumbe del techo de la emblemática discoteca Jet Set, faro de tantas noches capitaleñas, cobró la existencia de, hasta ahora, 231 personas y lesionó a más de 189; este terrible suceso evidenció la importancia vital de labores habitualmente subestimadas.
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Apenas la primera alerta al Sistema Nacional de Atención a Emergencias interrumpió la quietud de la madrugada del 8 de abril, cerca de la 1:00 de la madrugada, ambulancias, bomberos, agentes de la Policía Nacional, rescatistas, Defensa Civil, Cruz Roja y otras entidades se movilizaron, ofreciendo auxilio continuo hasta la remoción final de escombros.

Los técnicos en emergencias médicas fueron los primeros profesionales en llegar, suministrando atención crucial y trasladando heridos. Su pronta y eficaz respuesta resultó fundamental para preservar vidas.
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De igual modo, los socorristas desempeñaron un rol importante al establecer un protocolo inicial para la búsqueda de personas entre los restos, en medio de la incertidumbre y la consternación.

Fue entonces cuando actuaron los bomberos, cuya ardua y peligrosa labor de salvamento entre los escombros, utilizando equipos especializados para remover estructuras colapsadas y buscar sobrevivientes, se extendió por 59 horas continuas, según reportes del Centro de Operaciones de Emergencias.
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En la lucha por la vida, los rescatistas compartieron el protagonismo con otros miembros de instituciones de auxilio, estableciendo un protocolo inicial para identificar a los lesionados conscientes, preguntando sus nombres para vociferarlos a fin de que a los atribulados familiares, apostados en las afueras del Jet Set, los reconocieran.

Gracias a esta gestión, con el amanecer, muchos de los atrapados bajo los restos del antiguo Jet Set fueron conducidos a centros de salud, portando la fragilidad de la existencia y la urgencia de la esperanza.
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Según un medio local, ya a las 7:22 AM se confirmó el deceso de 12 personas y varios lesionados.

En una carrera contra el tiempo para facilitar el tránsito y permitir el movimiento de las ambulancias, los equipos de rescate movilizaron los vehículos de las víctimas que obstruían la vía.
Integrantes de las Fuerzas Armadas y la Defensa Civil acordonaron el área, creando un perímetro de seguridad.

Para el traslado de afectados y asistencia a familiares, se movilizaron 567 colaboradores, incluyendo 37 ambulancias de soporte avanzado, 37 de soporte básico, 37 facultativos, 74 enfermeras, 97 TTS, 2 URI, personal de Gestión de Riesgo, unidades administrativas y logísticas, y vehículos de salvamento. Se realizaron 155 conducciones (63 a privados, 92 a públicos y privados) y se asistió a 45 parientes (20 con traslado, 25 sin él).

Cada número representa el esfuerzo humano que, en medio del calor, la desesperación, el hedor y el agotamiento físico, luchó sin cesar por preservar vidas.
Los conductores, enfermeras y médicos fueron cruciales para el traslado de afectados y el apoyo a los parientes en la zona.
Los trabajadores sociales y psicólogos también fueron clave al brindar apoyo emocional a víctimas, familiares y testigos para ayudarles a procesar el trauma y afrontar la pérdida.

De igual forma, quienes brindaron apoyo logístico (personal hospitalario, camilleros, voluntarios) fueron vitales en la organización de la ayuda, el transporte de recursos y la atención a los afectados. Su labor silenciosa resultó esencial para la gestión de la crisis.
Y por supuesto, el personal forense y los patólogos tuvieron la difícil tarea de identificar los cuerpos y determinar las causas de muerte, un proceso crucial para las familias y las investigaciones.

Todos ellos fueron los verdaderos héroes en esta tragedia, con su entrega incondicional, dinamismo y proactividad, logrando salvar centenares de vidas y brindar consuelo a los allegados de las víctimas. Las horas posteriores al derrumbe fueron difíciles, desgarradoras e inolvidables, pero en la angustia hubo profesionales que priorizaron el bienestar ajeno, demostrando que en momentos de dolor la solidaridad y la empatía prevalecen en corazones dispuestos a colaborar.
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