*Por Raphy D´Oleo
Hay expresiones coloquiales que usamos los dominicanos para referirnos a personas y a situaciones especiales que nos ocurren. Por ejemplo, ¿¨en que le puedo ayudar don¨?, es una interacción con una persona mayor que no sabemos su nombre, mientras que, ¨hola hermano¨, es la manera cariñosa con la que saludamos a alguien, a veces sin saber quién es.
Independientemente de lo consanguíneo, el término ¨hermano¨ lleva en nuestra psiquis una connotación espiritual de alta valoración, porque ello representa el espejo donde visualizamos el desarrollo de nuestra existencia desde la infancia.
Hay amigos que se quieren como hermanos y al igual que estos últimos, representan el símbolo que se convierte en el pedestal que nos apoya y nos consiente. Las intimidades las compartimos con ellos, y muy raras veces, con padres o hijos.
Un gran amigo es un hermano que eliges y si tienes la suerte que los de sangre sean tus mejores amigos, entonces, has ganado el premio mayor en la lotería de la vida.
El círculo familiar cerrado está conformado por nuestros padres, hermanos, cónyuges e hijos, y en esa estructura hay una verdad, dolorosa por demás, que encierra una cuestionante realidad plasmada por la periodista norteamericana Gail Sheehy: los padres mueren, las parejas se separan, los hijos se van y se llevan los nietos, pero los hermanos se quedan. Te quiero hermano del alma.