Hay un rebrote de violencia

Hay un rebrote de violencia

Hay un rebrote de violencia

Celedonio Jiménez

En la fase actual de la pandemia del Covid-19, las informaciones emitidas por los medios de comunicación permiten advertir un incremento de la violencia en el país.

Según datos utilizados por Abed-nego Paulino, en el reportaje titulado “Expertos explican por qué han bajado niveles de delincuencia y denuncias en confinamiento”, aparecido en el diario “El Día” la semana pasada, se señala que durante los meses picos del contagio y del confinamiento (comprendidos entre marzo y junio de 2020), hubo un descenso en el número de actos de violencia extrema, como son los homicidios. Esto, en relación a lo ocurrido en el mismo período durante 2019.

Pero finalizando el mes de septiembre e iniciando el actual mes de octubre, hemos comenzado a observar un desbordamiento en los actos violentos.

En un primer momento la cuarentena y toque de queda, produjeron este efecto, igual con relación a los accidentes de tránsito, pero luego, el encierro, en condiciones adversas, ha estado empujando a la violencia.

Actualmente hemos vivido el caso de violencia contra la joven mujer cuyo antiguo compañero ordenó y pagó su rociamiento con “ácido del diablo”; se han producido actos de extrema violencia contra menores que, en un caso implicó la muerte de una bebé de tres meses, y en otros, las golpizas inmisericordes en la provincia Duarte, de una niña de 7 años, por parte de su madre, y de otra menor, en el barrio Cristo Rey, que fue filmada por video cuando era golpeada por un adulto.

Estos actos, a los que se suman la comisión de varios asesinatos, poseen la condición de tremenda crueldad por parte de sus ejecutores.

Hay que agregar a lo anterior los desgarradores actos de suicidios que se han producido
Estos actos, que vienen a sumar caos al agobiante ambiente de confinamiento que vivimos, pueden encontrar una explicación en el confinamiento que vive una parte de la población, matizados por la precariedad económica, la desesperación y la incertidumbre más avasallantes. Hay un gran agobio, pues el virus no cede, y para los que se encuentran sin empleo o suspendidos, para los que se encuentran sin recursos para la alimentación de sus hijos, la situación es un infierno.

Este rebrote de la violencia se da sin que el nuevo gobierno parezca tener un plan definido para enfrentarlo, salvo el aumento de sueldo a los policías. Creemos que para paliar esa violencia hay que continuar y ampliar los programas sociales en favor de los desamparados. Y también hay que orientar y educar.

Para esto se requiere de recursos que deben provenir de la eliminación de exenciones al empresariado que no son justificadas, de la eliminación de todo tipo de privilegio en el gobierno central y en el congreso, de impuestos a los que reciben grandes ganancias y de la recuperación de lo esquilmado al Estado y pueblo dominicanos.



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