¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo?

Otra vez la delincuencia deja claro que no tiene límites ni temor de actuar, no sólo porque le quitaron la vida a un niño en Santiago y a otra niña en Los Guandules, que de seguro no eran los objetivos primarios, sino porque a los delincuentes no les pesa ni les cuesta nada disparar a cualquiera y en cualquier lugar.

Conseguir armas de fuego y municiones, aparentemente es más fácil para los delincuentes que para la Policía, y ya ni siquiera las esconden, ahora las exhiben en las redes, como si se tratara de algo normal, y lo hacen porque no tienen miedo a las autoridades ni de las consecuencias.

Seguimos perdiendo
Todas las muertes generan consternación, así sea del peor delincuente, porque también tienen familia, pero para la sociedad es verdaderamente doloroso cuando a manos de estos muere alguien, cuando un hombre comete un asesinato de una mujer o cuando a la Policía se le va la mano y comete uno de sus abusos.

Sin embargo, cuando se trata de niños, tiende a ser más frustrante y doloroso, porque para los padre es una herida que nunca sana. La delincuencia nos sigue ganando el juego, y no hemos encontrado la forma de vencerla.



El Día

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