¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo?

¿Hasta cuándo?

Hugo López Morrobel

Es incomprensible, inexplicable, que a estas alturas una gran cantidad de los peloteros dominicanos continúe consumiendo sustancias prohibidas, en la creencia de que pueden burlar la estricta política de controles, que desde hace más de una década, y cada día más sofisticada y rigurosa, aplica la Mayor League Baseball.

Parecería que los asesores que tienen las organizaciones de Grandes Ligas en el país no han cumplido en lo más mínimo su misión, o los peloteros que incurren en este delito lo que tienen es basura en el cerebro.

A veces creo que hay que dar veracidad a la teoría de que una buena proporción de los dominicano, en términos generales, por lo menos trata de aparentar ser más “sabio, oportunista, arribista y ventajista” de todos los seres que habitan este planeta.

Entiende que puede estar hasta por encima de leyes que rigen la naturaleza de las cosas, entre ellas burlar lo científico, como es la detección del consumo de los esteroides y otras sustancias prohibidas.

Esta creencia no es más una aserción sobre el “tigueraje”, que fue expuesta y abordada con maestría por el periodista Lipe Collado en su libro “ El tíguere dominicano”.

El consumo de sustancias prohibidas por una gran proporción de los peloteros dominicanos es deprimente, irracional y absurda.

El año pasado, del total sancionado en las ligas menores, el 41% era dominicano, cifra que demuestra, en forma mediana, el uso y abuso de esteroides y otras sustancias.

Lo más extraño es que peloteros establecidos en Grandes Ligas, como el jardinero de los Piratas Pablo Reyes, sean suspendidos por esta práctica. ¿Hasta cuándo este problema seguirá incidiendo entre los peloteros dominicanos?



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