El paleontólogo Rodrigo MüllerCAPPA Centro de Apoio à Pesquisa Paleontológica da Quarta Colônia / Janaína Brand Dillmann
Una excavación paleontológica en Brasil ha permitido recuperar los restos de un posible ‘tatarabuelo’ de los diplodocus y los brontosaurios, dos géneros de la extinta fauna del Jurásico. El hallazgo se remonta a un período anterior, el Triásico tardío, cuando los dinosaurios no tenían tamaños tan gigantescos.
Se trata de un esqueleto poscraneal parcial que pertenecería a una especie desconocida con «una evidencia importante de un aumento temprano en el tamaño del cuerpo«, según describen los paleontólogos Rodrigo Müller y Maurício Garcia en su artículo publicado el viernes pasado en Journal of Vertebrate Paleontology.
Los restos fósiles fueron desenterrados hace un año en el municipio de Agudo, en el estado de Río Grande del Sur. Debido a la falta de ciertos huesos, los expertos no han podido identificar la especie a la que pertenece, pero han logrado estimar la masa y el tamaño del animal, que podría rondar los 21 kilogramos y alcanzar aproximadamente 2,20 metros de largo.
A pesar de sus considerables medidas, los huesos son delgados, la forma de la pata tiene una configuración típica de los animales que corren y las estructuras de unión muscular tienen la misma forma que se encuentra en los dinosaurios más pequeños. Sin embargo, Müller, el autor principal del estudio, lo vincula con los representantes más grandes de la fauna del Jurásico. «Es uno de los ancestros más antiguos del diplodoco y el brontosaurio», afirmó el experto a Daily Mail.
Además, este nuevo eslabón brasileño en la evolución temprana de los saurópodos permite a los investigadores sacar algunas conclusiones sobre los cambios que experimentaron.
Así, hace 233 millones de años los animales de esta clase eran mucho más pequeños, con un promedio de 1,50 metros de largo y pesaban entre 7 y 10 kilogramos. Los dinosaurios encontrados en las capas de sedimentos acumuladas hace unos 225 millones de años podían medir hasta cuatro metros de largo y pesar más de 100 kilos. Este aumento de tamaño en un intervalo de ocho millones de años requirió varios cambios en el esqueleto, que debía soportar más peso y seguir manteniendo el equilibrio corporal. Se estima que los huesos del dinosaurio de Agudo se sitúan en la mitad, y tienen unos 230 millones de años.