A migrant in an encampment of Africans in Penas Blancas, Guanacaste, Costa Rica, in the border with Nicaragua on July 19, 2016. In a makeshift camp at barely one kilometer from the border, hundreds of tents shelter Haitians, Congolese, Senegalese and Ghanahian migrants waiting to continue their journey to the United States. - TO GO WITH AFP STORY BY MARCO SIBAJA / AFP / Ezequiel Becerra / TO GO WITH AFP STORY BY MARCO SIBAJA
PEÑAS BLANCAS, Costa Rica.- Sobre un suelo fangoso, Angeles Caldube corta unos ajos que va a agregar a la sopa que cocina con lo que pudo recoger para alimentar a su esposo y a su hijo de un año.
La cocina improvisada sobre piedras en el suelo está a las puertas de una tienda de campaña donde Angeles, una congoleña embarazada de cinco meses, vive desde hace casi dos meses en Peñas Blancas, a un kilómetro del puesto fronterizo de Costa Rica con Nicaragua.
A su alrededor, centenares de carpas cubiertas de plástico se instalaron en un terreno invadido donde conviven haitianos, congoleños, senegaleses y ghaneses en espera de seguir su ruta a Estados Unidos.
«Aquí no podemos permanecer, ningún ser humano puede vivir en estas condiciones», reclama Alin Treme, 31 años, quien dice venir del Congo.
«Llueve todos los días, estamos en un barreal, el agua se mete a las tiendas y tenemos que dormir mojados», dice este migrante hablando en una mezcla de portugués, francés y español.
A pocos metros de donde Angeles cocina, un basurero improvisado expele olores nauseabundos y atrae moscas verdes y mosquitos que amenazan con generar brotes infecciosos.
Los migrantes se instalaron en terrenos baldíos cercanos al puesto fronterizo ante la negativa de Nicaragua de permitirles el paso, algo que ellos no se explican.
«Nuestro destino no es Costa Rica ni es Nicaragua ni Honduras, ¿por qué no nos dejan pasar?» cuestionó Wilson Joseph en perfecto español con acento dominicano, aunque dice ser de Senegal.
Gran parte de los migrantes que se identifican como congoleños o senegaleses no saben responder detalles del país del cual dicen venir y se comunican en un lenguaje que sugiere que en realidad son haitianos que prefieren ocultar su nacionalidad por temor a ser deportados a su país.
La mayoría trabajó en Brasil durante varios años hasta que la economía de ese país se deterioró recientemente y resolvieron salir.
«Un análisis de este grupo llamado extracontinentales revela que vienen de distintos países y tienen distintos hábitos y formas de alimentación. La gran mayoría parece venir de Brasil y otros países suramericanos que tuvieron un bajón económico», explicó a AFP el estadounidense Roeland de Wilde, representante en Costa Rica de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), que ha documentado el movimiento de foráneos.
Además de los haitianos y africanos, alrededor de 10% de los foráneos en Costa Rica que intenta migrar al norte proviene de Afganistán y Pakistán, comentó.
Estos últimos suelen estar mejor organizados y se alojan en hoteles sencillos, no en campamentos improvisados, indicó. Para muchos de los que migraron de esos países o Africa, el trayecto hacia Estados Unidos se presenta como una mejor opción que Europa, que comenzó a parecerles más riesgoso, según De Wilde.