Port-à-Piment.- Nadie sabe nada de Edma Desravine, un abuelo de 71 años conocido por su agudo sentido del humor y su mala suerte en las peleas de gallos, en las aproximadamente dos semanas y media que han pasado desde que la barriada donde vivía en la rivera de un río fuera golpeada por inundaciones y escombros arrastrados por el huracán Matthew.
La familia y sus vecinos cerca de la dura población de Port-a-Piment han excavado a mano entre los escombros y buscado en las orillas de los ríos, sin éxito.
“Me duele que no puedo despedirme de forma apropiada”, dijo Bernadette Desravine sosteniendo la tarjeta de identificación de su padre y su gorra de béisbol, manchada de barro.
“Pero creo que lo veré de nuevo en el cielo”. La esperanza ha disminuido para los haitianos que buscan a sus parientes desaparecidos en las zonas rurales más afectadas por el huracán, en el remoto y a menudo ignorado extremo suroriental.
El gobierno central mantiene una cifra oficial de 546 muertos y 128 desaparecidos, pero muchos creen que las cifras podrían ser más altas y algunas zonas escarpadas no han sido evaluadas por completo.
Aunque a menudo, la ayuda puede llegar de forma lenta y caótica en desastres de todo el mundo, el país más pobre y menos desarrollado del hemisferio occidental vive constantemente castigado por catástrofes naturales y está especialmente mal preparado para afrontarlas.
En los cruciales primeros días, la asistencia suele ser poca y tardía, obstaculizada por carreteras infranqueables, puentes derrumbados y falta de recursos e infraestructura.
Matthew cortó las comunicaciones en gran parte del suroeste, donde no había sistemas alternativos de emergencia.
El gobierno interino del país dirige los esfuerzos de auxilio y no hay embarcaciones con sónar, equipos de buzos que busquen en la costa ni equipos con perros de búsqueda entrenados para localizar a los muertos y los desaparecidos.
La misión de estabilización de Naciones Unidas, el equipo de asistencia a desastres del gobierno estadounidense y numerosas ONG dijeron a Associated Press que nunca habían recibido ninguna solicitud específica del gobierno haitiano de ayuda para localizar a los desaparecidos, en medio de la campaña en marcha para llevar alimentos de emergencia, agua y suministros médicos.
Personal del gobierno y un ejército de cooperantes internacionales entregan más suministros de ayuda a la gente, pero las autoridades locales en el suroeste de Haití dicen que no basta para cubrir la acuciante necesidad.
El portavoz del Ministerio del Interior, Guillaume Albert Moleon, insistió en que el gobierno tiene la situación controlada.
Elogió al personal de protección civil y a los voluntarios que acuden a zonas rurales aisladas, y dijo que las autoridades trabajan de forma metódica para contabilizar a los muertos y ayudar a los vivos. “Hay mucho que hacer”, señaló.
Funcionarios locales exasperados señalaron que sin equipamiento pesado para mover escombros ni embarcaciones para llegar a comunidades costeras, se ven prácticamente impotentes para ayudar a los ansiosos parientes que buscan a sus seres queridos o atender a los heridos.
En la ciudad pesquera de Coteaux, las autoridades locales ayudaron a enterrar 22 víctimas de la tormenta e hicieron un esfuerzo por ayudar a buscar a dos desaparecidos de la zona: un hombre de 72 años y una mujer de 89 años, explicó Germa Mazile Celestin, responsable de protección civil en la localidad.
Sin embargo, admitió que eso no suponía gran cosa. “Lo poco que hicimos fue en efecto muy poco porque sencillamente no tenemos los recursos”, dijo en su casa, una de las pocas de la localidad que sigue teniendo tejado.
El alcalde de Les Cayes, la localidad más grande del suroeste, afirmó que no hay cifras fiables de muertos y desaparecidos y que cree que algunas poblaciones podrían estar hinchando las cifras para atraer ayuda extranjera.
“Sí creo que hay haitianos que están hinchando las cifras con el objetivo de atraer esta ayuda de la que han oído hablar, pero de la que no se están beneficiando”, dijo Fortune.
“Y también sé que cuando el gobierno central afirma tener las cosas bajo control, no saben de lo que están hablando”.
Días después del devastador terremoto de 2010 en Haití, el gobierno dio cifras de víctimas totalmente dispares, aumentando la confusión sobre cuántas personas habían muerto y levantando la sospecha de que en realidad nadie lo sabía.
Semanas más tarde, el recuento oficial subió de poco más de 200.000 a unos