Con apenas 10 días al mando, el presidente coreano Yoon Suk-yeol recibió en Seúl al presidente estadounidense Joe Biden en visita oficial.
La Corea del presidente Yoon se decanta por la seguridad económica frente a la inestabilidad internacional creada por el Covid-19 y la invasión de Ucrania, así como por las medidas unilaterales aplicadas por sus rivales históricos en 2019, todas las cuales conllevaron un costo considerable para Corea: cadenas de suministro perturbadas, inflación y denegación del acceso a sus exportaciones.
Por ello, el partenariado estratégico adoptado hace exactamente un año se transforma en una “alianza estratégica global e integral” con los EE. UU., para incrementar la resiliencia de sus relaciones internacionales.
La nueva alianza amplía las miras del partenariado anterior, buscando fortalecer las cadenas de suministro, trabajar en las tecnologías clave para la seguridad económica y endurecer las medidas de defensa frente a las provocaciones de Corea del Norte, cuyos lanzamientos de misiles y erráticos pronunciamientos se han intensificado.
El partenariado estratégico del 2021 incluía el compromiso de trabajar con Latinoamérica para atender y resolver sus necesidades de infraestructuras, descarbonizar sus economías y digitalizar sus sociedades.
La nueva alianza llama a Corea a asumir un rol de “Estado pivote” capaz de transformar las relaciones internacionales más allá de la península, para crear un marco económico indo-pacífico (IPEF) abierto, inclusivo, libre, pacífico, próspero y transparente, que profundice el compromiso económico con la economía digital, las cadenas de suministro resilientes, la energía limpia y otros temas que promuevan el crecimiento económico sostenible.
Si bien ninguno de los objetivos del IPEF se refieren al libre comercio como mecanismo para estrechar las relaciones entre sus 13 miembros iniciales –entre los cuales Australia, Brunei, La India, Indonesia, Japón, Corea, Malasia, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Tailandia, y Vietnam– los EE. UU. ya tienen acuerdos comerciales vigentes con casi todos.
Tarde o temprano los miembros latinoamericanos de la Alianza Económica del Pacífico (APEC) serán llamados a sumarse al IPAF.
Ese será el preludio de un trabajo más ambicioso e igualmente urgente: la creación de una alianza similar al IPEF en el Atlántico, entre las democracias latinoamericanas que ya tienen libre comercio tanto con los EE. UU. como con la UE, cuyos estándares para la sostenibilidad son los más estrictos del mundo.
Un marco económico del Atlántico (ATEF) trabajaría en paralelo al IPEF, acogiendo en Latinoamérica las inversiones que busquen aprovechar el nearshoring para descentralizar las cadenas de suministro y aportando confiable y sosteniblemente minerales críticos para la transición energética, con lo cual minimizar la dependencia de combustibles convencionales y reducir las emisiones de CO2.
Los miembros del IPEF y el ATEF representarían un bloque poderoso de democracias, creyentes en el imperio de la ley, los derechos humanos y un orden internacional basado en reglas, con una proporción significativa de la población mundial y una participación mayoritaria en la producción global.
Trabajar por un mundo más interconectado, resiliente, limpio y justo es la tarea del momento. ¿Asumirá Latinoamérica el rol protagónico que demandan estos tiempos de inflación e incertidumbre?