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Hablar en público: cuando el silencio es heredado

Es tu turno de hablar. Conoces el tema, lo has preparado… pero tu cuerpo reacciona como si estuvieras en peligro. Las manos sudan, el corazón late acelerado, la boca se seca, las piernas tiemblan y el estómago se encoge. Aunque las ideas están claras, las palabras parecen esconderse.

Este temor, conocido como glosofobia, no siempre nace de la falta de práctica o inseguridad momentánea. Desde la mirada sistémica y las constelaciones familiares, puede estar ligado a historias que no nos pertenecen del todo. Muchas personas llevan, de forma inconsciente, el peso de ancestros que fueron castigados, humillados o incluso excluidos por lo que dijeron.

En algunas familias, la regla no escrita fue: “Mejor callar para sobrevivir”; también puede originarse en experiencias escolares o laborales donde hablar provocó burla o rechazo. Cuando estas memorias quedan atrapadas en el sistema familiar, un descendiente puede sentir miedo de expresarse, aunque tenga el conocimiento y las habilidades.

Sanar este miedo implica reconocerlo como un mensajero, no como un enemigo. En un ejercicio de constelaciones familiares, se invita a mirar hacia esos ancestros y decirles:
“Queridos familiares, los veo. Reconozco lo que vivieron y el precio que pagaron. Les devuelvo con amor su silencio y su miedo. Ahora yo tomo mi voz y la uso para la vida”.
Acompañar este trabajo interno con técnicas de respiración, ensayos en entornos seguros y el enfoque en conectar más que en impresionar, ayuda a transformar la experiencia. Liberar la voz es más que vencer el miedo a un público: es romper cadenas invisibles y abrir un nuevo destino, donde expresarse no sea un riesgo, sino un acto de libertad y vida. Algunos procesos son más exitosos con el acompañamiento profesional. La ayuda está disponible, no te limites y búscala.

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