Esa usual manía de nosotros los seres humanos de hablar de lo que no nos gusta, es la primera llave a la infelicidad.
Y no se trata de un idealismo falso, es que nuestras palabras configuran nuestro mundo. Pensamos, sentimos y al hablar estamos afirmando la realidad que veremos. Distintas disciplinas y filosofías como la programación neurolingüística, metafísica, textos sagrados lo confirman.
¿Por qué no utilizar esa preciosa energía en lo que me encanta, lo que me hace feliz? Comenzar practicando desde lo más sencillo cuando abrimos los ojos “Hoy será un gran día”.
Es innegable que si fin la boca manifiestas desde ya lo que no quieres, le das tanto poder que persistirá.
Y el iniciar desde ya con uno mismo a encantarse, fascinarse, afirmándose con sus cualidades y extrapolar al mundo físico es una ganancia y no cuesta nada. Al final de todo, ni el mismo universo ha de resistirse a un “me encantas”.