Quito.-El presidente ecuatoriano, el conservador Guillermo Lasso, aplicó el pasado miércoles la “muerte cruzada”, un mecanismo constitucional que resultó “soft” para superar una crisis política que no generó una conmoción social como se temía.
El mandatario, que con la “muerte cruzada” también recortó su mandato, logró con esa medida evitar un juicio político en su contra en la Asamblea Nacional (Parlamento), donde la oposición tenía una amplia posibilidad de censurarlo bajo la acusación de peculado (malversación de fondos públicos) en una empresa del Estado.
Su ministro del Interior, Henry Cucalón, ha sido claro al afirmar que la decisión tomada por Lasso permitió “garantizar la democracia, la seguridad jurídica” y sorteó los “duros momentos” por la tensión constante con el Legislativo, que tenía una mayoría opositora.
El hecho de que la aplicación de ese mecanismo, avalado por la Corte Constitucional, no haya generado la reacción en las calles supone que la gente aceptó esa salida como una forma de castigo, tanto a Lasso como a la desprestigiada Asamblea Nacional, cuya aceptación social rozaba los niveles críticos del Ejecutivo.
Sin la Asamblea legislativa en funciones, Lasso podrá sólo emitir decretos en materia económica considerados urgentes.
El hecho de que la gente confíe en ir a las elecciones anticipadas sugiere que el pueblo ha preferido aceptar que Lasso recorte su periodo y no se diera paso a la sucesión por dos años del vicepresidente Alfredo Borrero.
No hubo disturbios
— Medida
La inédita medida le permitió a Guillermo Lasso disolver el Parlamento, llamar a elecciones anticipadas y gobernar por decreto hasta que lo reemplace su sucesor. Todo ello, sorprendentemente, sin un solo disturbio.