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Guerras y cambio climático: causas hacia el desastre civilizatorio

Guerras y cambio climático

Al final del 2024, un estudio sobre la paz global realizado por el Instituto para la Economía y la Paz (Institute for Economics and Peace), cita que hasta ese año habían “56 guerras a nivel internacional que permanecen activas, con 92 países involucrados más allá de sus fronteras”, cuya magnitud de conflictividad ha alcanzado el pico más alto desde 1945, o sea, desde la Segunda Guerra Mundial.

Actualmente, hay 34 países que se consideran con influencia sustancial en otro país, en comparación con los seis que había en la década de 1970. El mundo está entrando en la era de la fragmentación del poder global a pesar de la política trumpista de querer retroceder a un mundo unipolar.

Si sumamos, el aumento de las tensiones geopolíticas, niños muriendo de hambre en Gaza, bombas nucleares en los titulares de los principales diarios de occidente, política migratoria con familias separadas en Estados Unidos y en Sudán, la peor crisis humanitaria del planeta, son eventos que agravan el escenario internacional que caracteriza el momento histórico coyuntural.

Omar Ramirez Tejada

Entretanto, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera ha batido su récord, 422.7 ppm y un millón de especies está al borde de la extinción, tenemos que convenir que vivimos una “policrisis” civilizatoria de la vida en la Tierra nunca antes registrada y, sin embargo, los gobiernos de los países del norte global, lejos de entablar un diálogo franco y sincero en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o en la Convención Marco sobre Cambio Climático, están recortando las ayudas al desarrollo, elevando su gasto militar y con ello nos precipitan hacia el caos climático.

Con este preámbulo se celebró del 16 al 26 de junio de 2025 en Bonn, Alemania, la 62ª Sesión de los Órganos Subsidiarios (SB62) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Esta ronda intersesional de negociaciones abordó temas clave en el camino hacia la COP30 en Belém, Brasil, y uno de los ejes críticos fue el financiamiento climático.

Muchas voces de los delegados presentes coincidieron en resaltar que “el multilateralismo va en declive mientras el colapso climático global se acelera” y que las promesas de una financiación climática de alto impacto siguen en gran medida sin cumplirse, y los países “desarrollados” /ricos/del norte global se esconden tras la excusa de que “no hay suficiente financiación pública disponible”.

En resumen, y como principal resultado y discusiones destacadas en dicha reunión, fue: las consultas sobre la Hoja de Ruta de Bakú-Belém para movilizar 1.3 billones de dólares. Los gobiernos de Brasil y Azerbaiyán expusieron sobre las visiones y expectativas sobre la ruta que se propuso en la COP29, para escalar la movilización de financiamiento en al menos 1.3 billones de dólares anuales hacia 2035.

Pese a los espacios creados, diversas partes consideraron que no fue suficiente el tiempo para ahondar en las conversaciones, aunado a la falta de certidumbre sobre como los insumos serán integrados en el documento que se presentará en COP 30. No obstante, algunos temas clave como la priorización del financiamiento para la adaptación, el fortalecimiento de instrumentos que no aumentan la deuda y el acceso al financiamiento, fueron algunas demandas desde países en desarrollo y sociedad civil.

Algunos espacios clave como la Cumbre de Financiamiento para el Desarrollo a celebrarse en Sevilla, España, y otros serán claves para avanzar en un mundo cada vez más incierto y plagado de incertidumbre.

Al movimiento ambiental y climático no le queda otro camino que apelar a la justicia climática, del mismo modo que otras teorías críticas, tiene una finalidad concreta: no se trata de remediar consecuencias indeseadas de un sistema defectuoso, sino de cambiar dicho sistema, invertir el paradigma que rige la gestión ambiental y climática que contribuye a ampliar la brecha entre la minoría privilegiada y la mayoría perjudicada del planeta.

Como la “Green Politics” y los movimientos que relacionan justicia social y medio ambiente, considera que las causas de un medio ambiente deteriorado se encuentran en un modelo político y económico insostenible y es necesario, por tanto, trabajar para cambiarlo, cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas y llevarlas a metas más altas aún. El camino a combatir.

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