Santo Domingo.-La restricción que interpuso Haití en septiembre de 2015 a la entrada de 23 productos dominicanos tiene su origen en una guerra comercial latente entre grandes importadores haitianos contra sus socios medianos y pequeños que se están ganando el mercado.
La medida consistente en prohibir la entrada, vía terrestre, de un grupo de mercancías industrial, agroindustrial, mineral y agropecuaria que componen el 46 % (unos US$468.5 millones) del total vendido a esa nación, comenzó a aplicarse a partir del primero de octubre de 2015. Su impacto se tradujo de inmediato en una baja tanto del volumen como el valor de esas exportaciones.
Las autoridades y grupos empresariales haitianos justificaron que aplicaron la medida para evitar la pérdida de ingresos por concepto de tasas arancelarias dejadas de percibir, proteger a los consumidores locales, y evitar la competencia desleal a los empresarios haitianos formales que pagan impuestos.
Pero el trasfondo es otro.
El real motivo
Un estudio realizado por los economistas Juan del Rosario Santana y Wagner Gomera Aquino indica que esas restricciones son utilizadas como mecanismo de presión, unas veces con el legítimo interés de recaudación aduanera, otras veces por presión política hacia la República Dominicana, o como mecanismo de distracción política interna; pero la más constante de todas es la competencia interna entre grandes importadores contra pequeños y medianos.
Identificaron como uno de los factores más importantes de la medida el “lobby” realizado por los grandes importadores haitianos ubicados en las principales plazas comerciales de Haití:
Puerto Príncipe y Cabo Haitiano, en competencia directa contra pequeños y medianos importadores que controlan la actividad en la zona fronteriza.
Los grandes tratan de evitar la cada vez más frecuente táctica utilizada por sus pequeños competidores, que han encontrado la manera de hacerse más fuertes adquiriendo productos de manera formal e informal en la zona fronteriza, mediante la compra al menudeo.
Esta consiste en utilizar una red de decenas de compradores individuales que depositan las mercancías en espacios de almacenamiento en los pueblos fronterizos y luego las trasladan a otros puntos en grandes y pequeñas cantidades.
“Uno ve muchos individuos comprando una caja de ron o de vino, por la cual no pagan impuesto al ser una cantidad pequeña, pero luego encuentras toda esa mercancía en distintos puntos comerciales”, explicó Del Rosario a EL DÍA.
Esto hace que los pequeños comerciantes puedan vender más barato fuera de la frontera, haciendo que los grandes pierdan terreno.
El menudeo ha sido favorecido con las mejoras en las condiciones de las carreteras, que ha hecho posible una mayor movilidad, a pesar de la existencia de más de seis puestos de chequeos aduanales entre Ounaminthe y Cabo Haitiano.
Pero el gobierno haitiano sabe que el tema del control aduanal es una quimera, puesto que no posee la infraestructura necesaria para cubrir una interminable frontera con más de 32 pasos de comercio fronterizo.
Por eso los investigadores de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Del Rosario y Gomera, creen que la restricción trasciende el ámbito político, colocándose por encima de la voluntad del gobierno haitiano.
Efectos negativos de veda
Entre los productos afectados con la prohibición están: margarinas, aceites comestibles, harina de trigo, cemento gris, jabón de lavar, detergentes en polvo, agua potable en botellas, bebidas gaseosas, cervezas maltas, pinturas, pastas alimenticias, galletas o bizcochos, tubos plásticos o PVC, jugos, varillas y otros.
Las exportaciones de esos productos en marzo de 2016 llegaron a representar hasta el 90 % de todo lo que exporta República Dominicana al vecino país, pero unos meses siguientes (septiembre y febrero) su representación bajó al 85 % y el 82 %.
Entre los más afectados están el maíz molido, con una disminución del total exportado de 88 %, seguido de tubos plásticos con un 82 %, detergentes en polvo y snack con un 63 % y 60 %; el cemento gris (58 %), jabón de lavar (55 %), y los hierros para la construcción (52 %); demostrando que la medida implementada para subsanar un conflicto interno ha afectado el comercio bilateral.
La solución es firmar acuerdo comercial
El economista Juan del Rosario cree que la restricción, lejos de bajar el contrabando de productos en la frontera, ha contribuido a aumentar ese comercio informal. “Cuando pones restricción a lo formal, estimulas lo informal”, alertó.
Considera que la República Dominicana debe seguir insistiendo en un diálogo con Haití, donde existan interlocutores que sirvan de testigo.
Propone discutir un acuerdo comercial que facilite el intercambio entre los dos países, tomando como marco el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea o el Caricom, y que el resultante de ese proceso sea refrendado por los actores que participen.