Artículo escrito por el senador de la provincia La Altagracia, Rafael Barón Duluc.
En un momento decisivo para la expansión del turismo dominicano hacia nuevas regiones, la decisión del Gobierno de otorgar al Grupo Puntacana el liderazgo del desarrollo del polo turístico de Cabo Rojo, en Pedernales, debe entenderse no sólo como una apuesta empresarial, sino como una decisión estratégica en favor del país.
Mucho se ha dicho sobre transparencia y licitación, pero el fondo de esta elección va más allá de lo procedimental. Se trata de una decisión basada en resultados comprobados, en la experiencia de quien ya ha hecho historia transformando selva en desarrollo, aislamiento en conectividad y territorio inexplorado en el corazón turístico del Caribe.
Quienes hoy celebran la consolidación de Punta Cana como principal destino turístico del país, deben recordar que todo comenzó con una visión audaz y responsable. El Grupo Puntacana fue el pionero. En un rincón entonces olvidado, levantó un modelo de desarrollo que no sólo atrajo turistas, sino que generó empleos, atrajo inversión, cuidó el medio ambiente y transformó comunidades.
Hoy, Punta Cana maneja más del 65 % de los turistas internacionales que recibe República Dominicana. Su aeropuerto, de capital privado, conecta al país con más de 70 destinos del mundo. Pero más allá de las cifras, lo importante es la filosofía: un turismo que no destruye para construir, que integra a las comunidades, que entiende que el desarrollo sólo es sostenible si es económico, ambiental y social a la vez.
¿Por qué Puntacana en Cabo Rojo?
Porque se necesita alguien que ya haya probado saber hacerlo bien. Porque Cabo Rojo es una joya ecológica que no se puede improvisar ni convertir en un experimento. Porque el turismo en el siglo XXI exige responsabilidad, planificación a largo plazo y compromiso real con la gente. Y porque, para decirlo claro, no se puede improvisar un Punta Cana en Pedernales.
El Grupo Puntacana llega a Cabo Rojo con una hoja de vida impecable: desarrollo sostenible, inversión responsable, inclusión comunitaria, impulso a la educación, a la salud, al medio ambiente. Lo ha hecho en la región Este, y puede hacerlo en el Sur, con la ventaja de los aprendizajes acumulados.
Con su entrada al Fideicomiso Pro-Pedernales, el Grupo Puntacana no es sólo un inversionista, es un garante de visión a largo plazo. Su presencia envía un mensaje a los mercados, a los inversionistas, a la comunidad internacional: en Cabo Rojo se va a hacer bien. Con orden, con respeto al entorno, con inclusión y con resultados.
Ya no se trata de llenar habitaciones, sino de llenar de oportunidades a una provincia históricamente postergada como Pedernales. Se trata de crear un nuevo polo turístico que sea motor de progreso para la región Sur, pero también referente de lo que significa hacer turismo con conciencia nacional.
Quien conoce los retos del desarrollo turístico en zonas sensibles, como lo es Cabo Rojo, junto a bahía de las Águilas y el parque nacional Jaragua, entiende que esta no es una obra más. Requiere pericia, visión, responsabilidad y amor por el país. Por eso, más que válida, la elección del Grupo Puntacana es una apuesta inteligente en defensa del interés nacional.
La República Dominicana no necesita comenzar de cero en Pedernales, ni correr el riesgo de errar donde hay tanto en juego. Necesita replicar lo que ha funcionado, adaptar lo que se puede mejorar y confiar en quienes tienen un historial probado de compromiso con el país.
En definitiva, que el Grupo Puntacana encabece el desarrollo de Cabo Rojo es una decisión correcta, coherente y estratégica. Porque el desarrollo turístico de la región Sur no puede ser una promesa más, sino una realidad construida con quienes saben cómo lograrlo.
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