¡Por fin alguien se atrevió a ponerle el cascabel al gato! El legislador Ito Bisonó ha hecho un llamado a sus colegas de ambas cámaras del Congreso para que renuncien al odioso e indignante barrilito, los senadores, y a los beneficios especiales y discriminatorios de los diputados.
Se dirá que, después de todo, lo que se economizaría el Estado con esa medida serían sólo unos insignificantes milloncitos que no significan nada si los comparamos con la montaña deficitaria que pesa sobre las espaldas de la nación. Pero, como dice el refrán, grano a grano se llena la gallina el buche.
Como ese, hay otros granitos de maíz que andan sueltos por ahí, y que si se suman constituirían un importante aporte para la ingente tarea que tiene el Gobierno por delante para enderezar nuestra economía.
Por ejemplo, el caso de las instituciones autónomas que se sirven con la cuchara grande en materia de sueldos y pensiones, sin que nadie se meta con ellas. Aplaudo, hasta nuevo aviso, la iniciativa del presidente Medina para preparar un anteproyecto de ley que corregiría parte de este entuerto.
Pero queda pendiente, todavía, el exceso de botellas en nuestro servicio exterior (botellas en dólares). ¿Qué espera Danilo para acabar de un plumazo con esa vergüenza?
Estoy de acuerdo con los que dicen que el Gobierno, antes de buscar dinero con más impuestos y más sacrificios para el pueblo, debe ofrecer señales claras de que someterá el gasto público a una estricta austeridad.
Predica con el ejemplo, como dijo Hostos, o quien quiera que sea que lo haya dicho.