Estamos en el umbral de la más importante de las fiestas… el «Día de Navidad», donde conmemoramos la llegada del Mesías, anunciado desde tiempos antiguos que había de venir a esta tierra y es que lo que reviste el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, tiene una trascendencia universal.
Desde el momento en que entró el pecado al mundo, tras la desobediencia de Adán y Eva en el Jardín del Edén el advenimiento del Mesías fue decretado, Dios en su inmensa misericordia y gran amor dispuso enviar a su Hijo Unigénito para redimirnos de pecado y pasarnos de la muerte espiritual a la que habíamos arribado por la desobediencia, a la luz admirable para la que fuimos concebido desde la creación, por toda la eternidad.
El advenimiento del Jesús, nos ha dejado un mensaje claro, la esencia misma del Hijo del Altísimo trajo consigo lo relevante que es para Dios la obediencia y la humildad de espíritu.
Esto se hizo visible con la entrega total de la virgen María a la voluntad de Dios ante la importante enmienda expresada a través del Ángel Gabriel; aunque esto para ella significaba grandes y trascendentales cambios en su vida secular, no dudo ni un momento…no objetó, ni cuestionó…era la voluntad del Todopoderoso…María poseía la virtud que Dios necesitaba que la hizo especial ante sus ojos.
En torno a la humildad, todo alrededor al nacimiento del Mesías declara esta virtud…el Señor mostró lo que ante El tenía valía, nos mostró donde radica la verdadera riqueza…el anuncio del nacimiento del Mesías tuvo en las huestes celestiales una connotación apoteósica, sin embargo, aquí en la tierra la gran noticia fue notificado a los pastores de rebaño, un sector de la sociedad de quinta o sexta categoría a quien Dios le plació anunciar el gran acontecimiento y la cita en Lucas 2:8 al 14 dice así:
¨Habían pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!¨.
El mundo necesita a gritos de esa humildad, celebremos con nuestras familias en Orden Divino. No obviemos a la hora de sentarnos a la mesa en la cena de ¨Noche Buena¨ el significado de la misma, enseñemos a nuestros hijos la esencia de estas fiestas, brindemos unidos con alegría porque el propósito de Dios fue cumplido.
Cuando observo como en estas fechas compramos en demasía, caminamos y guiamos a prisa, como si todo se nos fuera a acabar siento tristeza, pues percibo falta de entendimiento en torno al significado de estas fiestas, pero a la vez se respira en los corazones de mucha gente genuino amor, sentido de compartir con el que no tiene, de perdonar y digo el espíritu de amor ágape de Dios está presente.
Pidamos a Dios que este sentir tan especial en estas fechas continúe en el tiempo. Que las muestras de afecto, unidad, armonía, entrega y regocijo permanezcan y sobre todo, que podamos entender que la Navidad vino hace más de 2000 años para quedarse en los corazones que le demos apertura. Enseñemos a nuestras generaciones el verdadero sentido de esta hermosa fiesta.
Recordemos que el tener dinero puede acabar, la salud algún día se irá, los familiares y amigos también, pero lo que permanece para siempre es nuestra relación con el eterno Dios y a él le debemos el poder celebrar una Feliz Navidad!!