Gracias, Gordo Oviedo

Gracias, Gordo Oviedo

Gracias, Gordo Oviedo

Rafael Chaljub Mejìa

A José Ernesto Oviedo Landestoy, para mayor claridad, el Gordo Oviedo, debo agradecerle la generosidad que siempre ha tenido de prestarle atención a mis escritos.

Ahora ha reaccionado a mi artículo del pasado primero de mayo, en el cual me pronuncio una vez más en favor de que alguna vez la izquierda dominicana haga un balance crítico de las ricas experiencias que ha vivido en más de sesenta años de laboriosa existencia.

En un artículo publicado en El Caribe, del 20 de mayo, Oviedo se pronuncia de acuerdo con la idea e incluso la enriquece al proponer un método para organizar ese balance colectivo y quienes deben ser parte de ese evento.

Todo eso puede ser discutible, pero lo más importante para mí es que un personaje histórico del movimiento se declare partidario de esa revisión que, conforme cómo se conciba y se prepare, podría ayudar a señalar un norte para la recomposición del hoy debilitado movimiento revolucionario.

Se sabe que soy partidario del cambio, lucho porque ese cambio de gobierno se produzca y así abrir el cauce para completar la transición democrática pendiente y frustrada una y otra vez desde la caída de la tiranía trujillista.

Pero si se piensa en el futuro del movimiento de izquierda, hay que ir mirando más allá de la coyuntura electoral.

La mayor parte del movimiento de izquierda tiene el vicio arrastrado de antaño, de envolverse febrilmente en lo inmediato.

La Cementera de Gonzalo, la Loma Miranda, la Marcha Verde, son solo algunos ejemplos recientes de cómo parte de la izquierda se involucra en cada jornada, termina una, se olvida de ella, se envuelve en la que viene y muy pocos se ocupan de pasar balance a cada experiencia, para aprovechar las lecciones que pudo haber dejado.

Hace décadas propugno como un Quijote incansable, por esa revisión de tantas experiencias acumuladas por la izquierda.

No para levantar bandera blanca y darse por vencido, sino para tratar de marcar la ruta de la recomposición del movimiento, en realidades abismalmente distintas a las del pasado.
Claro que por ahora no podemos más que promover la idea, y aquí, el papel de Oviedo, desde sus circunstancias, es muy importante.

Luego, si avanzamos, hablaremos de cómo evitar que una actividad tan importante sea convertida en un mero maratón de discursos y discusiones bizantinas y garantizar, en cambio, el éxito anhelado. ¡¡¡¡ Arre, Rocinante !!!!!!



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