Fue excelente la idea de Obras Públicas de colocar en las aceras de la ciudad zafacones clasificadores para reciclar desperdicios, como en naciones desarrolladas.

Pero como frecuentemente pasa, tras instalar los lindos receptáculos faltó algún encargado que recogiera y diera su destino a cada categoría de deshecho, para aprovecharlo o llevarlo al basurero.

Y entonces el entusiasmo original resulta en quejas ciudadanas y portadas en diarios –déjese usted de estar de sospechoso, ¡que quizás hubo legítimo interés noticioso!— que desvían la culpa del tollo hacia el Ayuntamiento.

Pese a una cordialidad aparente y superficial, a mí me llama la atención cómo comunicólogos y medios afines al MOPC frecuentemente dan pellizcos inmerecidos al alcalde David Collado.

Cuando la riada de basura anegó Güibia, la cooperación casi termina a rabazos entre comentaristas peleándose el mérito para el ministro o el alcalde.

¿Qué será lo que ven en David algunos “estrategas” del MOPC que no desaprovechan chance para incordiarlo? Me parece políticamente ineficaz desperdiciar tanto esfuerzo en desmedro de un Ayuntamiento cuyos éxitos convienen al Gobierno.