Desde hace años estoy convencido de que la cesantía no se debe eliminar sin que tengamos un seguro de desempleo robusto. Y que bajo ningún concepto o subterfugio se afecten los derechos adquiridos por los trabajadores.
Ahora bien, el derecho a cesantía tiene costos ocultos que perjudican al empleador sin beneficiar a los trabajadores. Veamos:
Los pasivos laborales por cesantía no son deducibles del impuesto sobre la renta hasta que se pagan.
Por tanto, la empresa paga impuestos por un beneficio que no tiene.
Muchas empresas están quebradas y no lo saben, debido al monto de los pasivos laborales no deducidos.
He luchado porque ese pasivo se deduzca y que el monto sea depositado en una cuenta especializada cuyos intereses lo reciba la empresa.
Podrían presentarse sobrantes que, en su momento, bajo reglamento, se reingresarían a la empresa como beneficios gravables.
Eso eliminaría, por demás, las estafas de abogados inescrupulosos, que causan serios perjuicios a las empresas y engañan de manera abusiva a los trabajadores incautos.
Por otro lado, creo que en materia de diálogo se debe ir de lo simple a lo complejo, a lo que nos une, no a lo que nos divide.
En el camino se irán estableciendo acuerdos y despejando el camino que permitirá que cada sector contribuya a acercar lo deseable a lo posible.
Solo así podremos ganar todos.
*Por Antonio Isa Conde