Muchos países han optado por ponerle cero arancel de manera provisional a productos alimenticios que entienden esenciales como forma de contrarrestar los efectos de la inflación y también ponerle un muro a las ganancias excesivas que puedan surgir en medio de la crisis.
Por ejemplo, durante la pandemia suplidores de ciertos productos médicos y laboratorios nacionales y extranjeros lograron ganancias excesivas aprovechando la desesperación que generó a la población y los gobiernos la necesidad de suplirse de esos productos y servicios para hacerle frente a los efectos del Covid.
Se recuerda que con la simple medida de liberalizar la venta de pruebas de antígeno, las mismas iniciaron un acelerado proceso de abaratamiento.
Esa experiencia debe servir a los gobiernos para saber que hay comerciantes y empresarios inescrupulosos a los que solo les interesa el lucro, sin importar que sea desmedido.
En verdad se debe tener el cuidado de garantizar el suministro de alimento con el menor impacto posible de la inflación que arrodilla al mundo, y que a la vez se proteja la producción nacional de alimentos.
Pero no se debe tener ningún miramiento para adoptar medidas que eviten las ganancias excesivas por labores de intermediación o de especulación.