Futuro y desafíos de las universidades

Futuro y desafíos de las universidades

Futuro y desafíos de las universidades

Las universidades durante el Medioevo se gestaron fuera de la hegemonía clerical y estatal. En su origen eran para las elites.

En cambio, en el siglo XX se han masificado, burocratizado y también comercializado, y esto ha traído como consecuencia la proliferación de profesionales y la imposibilidad de adquisición total de empleos.

Cuando una mayoría tiene la posibilidad de profesionalizarse y acceder a una universidad se masifica la matrícula, y lo que es una ventaja, se devalúa, con la abundancia de estudiantes universitarios y profesionales desempleados.

El privilegio de que gozaron los estudiantes universitarios cuando la docencia era personalizada, y cuando no se había masificado, es un hecho que ha producido el deterioro de la calidad docente y la inclusión del maestro descalificado. Cuando la enseñanza la ejercían los tutores y mentores (Aristóteles fue protector de Alejandro Magno) el aprendizaje era focalizado, individualizado, y por tanto, el profesor conocía –e identificaba- el talento de cada alumno.

Hoy no se busca aprender ni adquirir conocimientos, sino alcanzar grados. El afán de titulación y la graduación a vapor es una señal del deterioro y la decadencia del sistema de educación superior y de la vida social misma. La educación a distancia -en boga hoy, y que constituye un desafío a los clásicos paradigmas de la pedagogía científica, que ha facilitado la tecnología de la información y la comunicación- es un arma de doble filo.

Si los estudiantes no aprenden, mucho menos aprenderán sin la presencia del maestro, ente que ha perdido su rol y su prestigio, vilipendiado por los abanderados de la tecnología y el método pedagógico constructivista, que ve en el profesor a un facilitador.

Las nuevas universidades desprecian el autodidactismo, que fue el método de estudio que fecundó a las grandes luminarias del pensamiento intelectual y político hasta el siglo XX.

Hoy los estudiantes no leen libros completos sino capítulos, hacen resúmenes mecánicos y escriben sin debatir sus argumentos. Asistimos al fin de la argumentación, y de la lectura libre, espontánea, extraescolar y extrauniversitaria, así como del amor al libro y la pasión lectora, que fueron fuentes de conocimiento y base del aprendizaje.

Si no se produce un renacimiento del concepto medieval de universidad, que recupere la educación presencial y personalizada -donde el maestro era el centro del aprendizaje, no un facilitador-, la era de la internet y la educación virtual terminarán matando la reflexión y la memoria, los ejes que garantizan el desarrollo del intelecto y el pensamiento crítico autónomo.

Como lo dijo Carlyle: “Lo más que puede hacer un maestro universitario por nosotros es lo mismo que un maestro de primaria: enseñarnos a leer”.

Y lo que menos se hace hoy, en medio del imperio de la tecnología aplicada a la educación, es fomentar la lectura personalizada. “Desgraciadamente, se han multiplicado los universitarios que no saben leer libros, y las universidades no se hacen responsables de tamaña atrofia”, afirma el ensayista mexicano Gabriel Zaid.

En su manifiesto “La utilidad de lo inútil”, Nuccio Ordine califica a las universidades como empresas, a los profesores como burócratas y a los estudiantes como clientes.

Ve asimismo “una revolución copernicana que en los próximos años cambiará radicalmente la función de los profesores y la calidad de la enseñanza”.

En nuestro país las universidades no tienen política de publicación e investigación: mucha docencia, poca investigación y extensión. Si en las empresas el cliente siempre tiene la razón, en las universidades, los estudiantes siempre tendrán la razón. Por tanto tienen que aprobar las asignaturas, pues pagan caro, y exigen que sus profesores sean capaces, obedientes y flexibles.

Las universidades venden títulos y profesiones como ofertas para el mercado de trabajo. Los profesores también se transforman en burócratas de la gestión universitaria -en múltiples reuniones, preparación de clases y correcciones de exámenes. En efecto, la enseñanza se ha reducido a docencia pura: se subordina lo cultural, el cultivo de los valores espirituales y la curiosidad al dominio de competencias metodológicas y técnicas.



TEMAS