Fútbol

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En los días que cursan, si usted no sabe cómo anda el campeonato mundial de fútbol o cuáles son los equipos que todavía no han sido eliminados, o cuántos goles metieron los que ganaron ayer contra los que perdieron, no salga a la calle.

Si desoye este consejo, prepárese para ser considerado como una persona desinformada o un analfabeto deportivo.

Yo, por ejemplo, soy uno de los desinformados, y sufro las consecuencias de ser ignorado por amigos y relacionados con quienes no puedo conversar porque estoy al margen del fenómeno que está acaparando la atención de la mayoría de la gente en todo el mundo.

Que “el presidente Lula lloró cuando perdió Brasil”, que “la canciller alemana rompió una regla de austeridad en su país cuando viajó hasta Suráfrica para ver jugar a su equipo”, que “un haitiano se suicidó por la derrota del conjunto de su simpatía”, que “a los argentinos no se les puede hablar de fútbol porque se mueren de la vergüenza o de la rabia”… El caso es que el deporte del balón y de los pies se ha convertido en tema obligado de conversación.

La República Dominicana no participa en el torneo, pero aún así el fútbol ocupa en gran medida la atención general, en desmedro de otros asuntos realmente importantes que están ocurriendo en el país. El fútbol ha desplazado de la agenda nacional temas como el del narcotráfico, el sicariato, la crisis en el sector educativo, el problema eléctrico, el agua potable, la temporada ciclónica, la seguridad ciudadana, etcétera, etcétera, etcétera.

Estamos viviendo, aunque sea temporalmente, anestesiados en un paraíso deportivo maravilloso. Cuando despertemos, retomaremos nuestras respectivas tareas. Ojalá que el receso nos haga bien.

 



El Día

Periódico independiente.

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