La dieta del dominicano incluye algunos productos de la tierra con los que se acompaña desde hace bastante tiempo, entre ellos el plátano, un artículo hasta hace poco presente en las calles y mercados, pero ahora no tan abundante y, por tanto, caro.
La semana pasada fue anunciada la paralización de las exportaciones del plátano dominicano.
De acuerdo con el ministro de Agricultura, Limber Cruz, la decisión fue tomada como una forma de quitarle impulso a los precios.
Dijo el funcionario que las exportaciones del plátano dominicano a Puerto Rico han pasado de 881 mil kilos a 2.4 millones en los primeros seis meses de este año, un salto importante en un producto del agro.
Según el funcionario, los dominicanos consumen alrededor de ocho millones de plátanos cada día, y por lo visto, en Puerto también es un alimento de uso cotidiano que por alguna razón ha dejado de ser producido a los niveles apropiados.
Con la prohibición de las exportaciones se le puede estar poniendo remedio a un problema del momento, como es el de la carestía, pero se consigue creando otro un poco menos difuso, pero importe: el abastecimiento de un mercado que ha pasado a depender de las exportaciones dominicanas y el ingreso de divisas.
Debe de ser una casualidad que en fechas casi coincidentes medidas administrativas pasen a afectar a los principales mercados del país. Uno de ellos, Haití —del que suele decirse que es el segundo más importante de las exportaciones dominicanas—, ha sido arrastrado por la crisis del canal construido en Juana Méndez; el otro es Puerto Rico, por los efectos de la carestía en el plátano de consumo entre nosotros.
Nos encontramos ante dos frentes económicos importantes, posiblemente abiertos por obra de la casualidad.
Pero de todos modos harían bien los responsables de esta importante vertiente de las relaciones exteriores en cuidar que este frente no siga en expansión.
