Frenesí descalzo

Frenesí descalzo

Frenesí descalzo

José Mármol

El aforismo es un destello de pensamiento, una ráfaga de luz, una hendija que se abre a la claridad cuando parecen cerrarse las puertas de la percepción; es la fugacidad del pensamiento cabalgando la palabra. Me gusta cultivarlos y compartirlos.

He aquí algunos de mi libro “Maravilla y furor. Aforismos y fragmentos” (Editora Búho, Santo Domingo, 2007).
No se vive, no se goza, se padece el amor.

La escritura es la huella visible del pensamiento invisible.
Lo que observa el telescopio de Paul de Man en el firmamento de una obra literaria: intención y lenguaje. El asteroide de la crítica no es más que la pretensión verbal de desintegrar la natural oposición entre intención y lenguaje de la obra.

El aburrimiento es la expresión concreta de la más encumbrada capacidad de raciocinio. Hay en él un dejo de vacío, de sordo espanto privativo de lo humano.

Las bestias rebasaron ya ese estadio de su historia. Están más allá de tan absurdo y epidémico déficit de optimismo.
De la propaganda sobre la dominicanidad no me enorgullece nada. Me lastima ese ritual de vocingleros que empujan todo lo hondo y verdadero hacia la superficie y la mentira. Mi orgullo esta´ en ser parte del pueblo y de su lengua.

Toda guerra es absurda, aún si de ella dependiera la paz duradera. La guerra es la expresión fatal de la imposibilidad del raciocinio.
En toda guerra triunfa la ignominia sobre la razón. Mueren inocentes y niños. La muerte prostituye en la guerra su sentido.

Lo dijo Ortega y Gasset, yo lo he escrito y practicado con mi sangre: “Filosofía es, pues, ante todo conciencia hiperestésica de los problemas, no seguridad petulante en las soluciones”.

Más que la vida de una persona, la obra de arte desvela la presencia única del lenguaje en la sensibilidad irrepetible de esa persona.

Vivo atosigado de vacíos, de ausencias, de horizontes sin veredas. Vivo en la cresta de la interrogación y aborrezco las respuestas resignadas al acierto y las conclusiones felices. La plenitud del vacío es el vértigo vital.

La verdadera muerte es la imposibilidad de amar. Un suicida por amor se ausenta, pero, nunca muere.

El sueño no es el reverso o el anverso de la vigilia. La realidad despierta se comporta como el oxímoron de un sueño extraviado.

No es la religión cristiana lo que distancia a Nietzsche de Wagner. La diferencia estuvo, desde el principio, en su forma de unidad.

La pesadumbre de todo el universo es apenas un preludio de mi dolor.
El arte tiene por misión trascender su propio tiempo, aunque su patencia está henchida de esa temporalidad. Esta paradoja intrínseca obliga al artista a superar continuamente la aflicción de la decadencia.

Es una persona… Eso. Sí, eso mismo que tremula, sumiso y frágil, detrás de cada inmenso sistema de conceptos o creencias.

La verdad es un probable acierto, cuya mayor virtud consiste en provocar desaciertos.
No hay descubrimiento sin sutil encubrimiento. Este es el proscenio del gran teatro del conocimiento.

La claridad hace patente el misterio de imponer ciertas normas al dominio de las sombras.
Un hombre esta´ hecho de dos propiedades: transitoriedad y contingencia.

Acepto la muerte como un don, y la vida como un desvarío de la existencia.
El conocimiento de las personas nos revela un fiasco, porque apenas se recubren por un tiempo la ignorancia y el olvido.

He tenido tanto miedo a ser yo mismo que hasta mi otredad se estremece de furor.
No hay soledad más verdadera que la del poeta sumido en la elección de una palabra.
Un novelista es un burlador que hace de la mentira la verdad de su palabra.



Noticias Relacionadas