BALTIMORE. – Cuando los Padres integraron al dominicano Francisco Mejía a su roster del Día Inaugural en marzo, el equipo de San Diego esperaba cosas grandes de su receptor novato y bateador ambidiestro.
La esperanza seguía siendo la misma para el 1ro de junio, cuando Mejía fue enviado a Triple-A El Paso tras perderse tres semanas por una lesión en la rodilla izquierda.
«Somos un mejor equipo con Franky a bordo y sabíamos eso cuando lo enviamos a las menores», declaró el timonel de los Padres, Andy Green. «Es difícil cuando tomas ese tipo de decisiones, pero hay veces en que los muchachos necesitan crecer en ciertas áreas del juego para que puedan ser una mejor versión de ellos mismos cuando regresan a las Mayores».
Apenas ha pasado una semana desde que Mejía regresó a la Gran Carpa, y esta versión del dominicano parece ser la mejor de todas hasta ahora. Tras la jornada del miércoles (los Padres descansan el jueves), el joven careta tiene una línea de bateo de .304/.385/.609 en siete partidos desde que fue subido. Mejía ya conectó sus primeros dos jonrones de esta campaña, incluyendo un misil por todo el jardín izquierdo-central en el Camden Yards la noche del martes.
Detrás del plato, San Diego también ha visto avances. A los Frailes siempre les ha agradado la manera en que Mejía dirige a sus lanzadores. Si bien todavía necesita pulir su habilidad para cuadrar los pitcheos, el equipo siente que el joven ha mejorado en ese departamento en comparación con el año pasado. Y, quizás más importante, Mejía ha desarrollado una buena relación con el cuerpo de lanzadores, misma que no existía al momento de ser adquirido en julio del 2018 desde Cleveland – y quizás tampoco a principios de esta temporada.
«Para un receptor es bien difícil adaptarse a un nuevo equipo cuando es cambiado a mitad de temporada», destacó el coach de la banca Rod Barajas, quien trabaja con los receptores de San Diego. «Para aclimatarte, el proceso es mucho más largo para un receptor que para cualquier otra posición. Necesitas familiarizarte y trabajar de cerca con mucha gente y ganarte la confianza de mucha gente».
Entonces, ¿en qué momento Mejía se sintió cómodo de verdad con el actual grupo de lanzadores jóvenes de los Padres?
«Realmente no tengo una respuesta a esa pregunta», respondió Mejía. «Lo único que sé es que estoy cómodo ahora. Me siento cómodo con cada uno de los lanzadores de este equipo».
Al parecer, Mejía ha comenzado a hacer méritos para competir por más tiempo de juego con el receptor titular Austin Hedges. En ocho encuentros desde que fue subido, el quisqueyano ha iniciado seis de ellos, incluyendo el partido del miércoles como bateador designado.
Hedges tiene fama de ser un excelente defensor detrás del plato, pero su ofensiva ha decaído. Mejía se proyecta como un bateador mucho más sólido, pero con escasas oportunidades de juego apenas bateaba .167 con OPS de .466 cuando fue enviado a las menores el mes pasado.
Lo ideal para San Diego es que Mejía y Hedges se dividan la carga de trabajo detrás del plato, basándose en enfrentamientos especiales, rachas bateadoras y otros factores que surjan día a día.
«Arrancamos este año con la esperanza de contar con una de las mejores duplas de receptores en la liga», expresó Green. «No sé qué piensen los demás, pero nosotros todavía tenemos fe en que eso sucederá”.
Los Padres no obtuvieron eso en abril y mayo. ¿La razón? Mejía, francamente, no hizo méritos para ganarse tiempo de juego. El dominicano comenzó un círculo vicioso.
Con Mejía sumido en un bache, no era incluido en el lineup. Y con Mejía fuera del lineup, obviamente no podía trabajar en los aspectos de su defensa detrás del plato que la organización quería que puliera.
«Puedes entrenar en el bullpen las veces que quieras, pero eso jamás será igual que la experiencia que te da el propio juego, con los pitchers lanzando en situaciones reales», manifestó Barajas. «Cuando sólo recibes la oportunidad una o dos veces por semana, es bien difícil pulir ese aspecto del juego en el que estás trabajando, que estás tratando de perfeccionar.
«Cuando fue enviado a las menores, el mensaje que recibió fue el siguiente: Ve ahí y trabaja duro. No estamos preocupados por los resultados. Si haces las cosas de la manera en que debes hacerlas, volverás más temprano que tarde».
Y así sucedió. Mejía está de regreso y con una mejor versión de él mismo. Y no sólo nos referimos a sus números con el madero, aunque tampoco son deslumbrantes.
El novato Logan Allen no vacila en elogiar a Mejía. El zurdo ha hecho batería con el careta dominicano en sus últimas seis aperturas, incluyendo en las menores. Las cosas sutiles también importan. Por ejemplo, cuando Allen falla en la localización de un pitcheo, Mejía, sin perder tiempo, transfiere la bola del guante a su mano y lanza un láser de vuelta a Allen. El mensaje es éste: Vamos a hacerlo bien en el siguiente intento.
«He visto más lenguaje corporal de su parte ahora», aseguró Green. «El muchacho siempre se ha esforzado por controlar el juego y manejar bien a sus lanzadores. Pero ahora se está tomando el tiempo para transmitirles esa energía que los ayude a levantar su juego en el montículo. Ese no es necesariamente su don natural, pero sí ha crecido bastante en ese sentido».
Añadió Barajas: «Ustedes ven a este muchacho. Su habilidad atlética, su rapidez, cuenta con todas las herramientas para convertirse en un receptor de élite. Sólo era cuestión de pulir todas esas habilidades. Entre más le exigimos, su confianza crece a la par. Está comprometido con mejorar. Aún le queda trabajo por hacer, pero va al alza, en la dirección correcta en cada categoría».