Un linaje que trasciende océanos
Al evocar el apellido De Quevedo y Villegas, surge inevitablemente la figura del insigne escritor del Siglo de Oro español Francisco de Quevedo y Villegas (1580–1645).
Nacido en el seno de una familia noble y privilegiada, su padre, Pedro Gómez de Quevedo y Villegas, fue secretario de la Reina Mariana de Austria, esposa de Felipe II, mientras que su madre, María de Santibáñez, fue dama de la misma corte.
Francisco se destacó como político, poeta y miembro de la prestigiosa Orden de Santiago. Aunque no tuvo descendencia directa, su familia extendió su apellido y legado hacia América, donde algunas ramas conservaron su historia y otras la han perdido con el tiempo.
La llegada a América
En el siglo XVII, una rama de la familia se estableció en Santa Ana de Coro, Venezuela. Según el genealogista Euclides J. Fuguett Graterol, el primero en llegar fue Juan de Quevedo y Villegas, pariente de Francisco, quien se casó con María Catalina de Manzanedo, nieta del gobernador Alonso Pérez de Manzanedo (1562–1563).
De esa unión nació Agustín de Quevedo y Villegas (Manzanedo), que casó con Beatriz Bracho de Barreda, dando origen a una extensa descendencia. Es a través de algunos de sus hijos que el apellido llegó a la Capitanía General de Santo Domingo en el siglo XVIII.
Hijos destacados en Santo Domingo
Tres hermanos se distinguieron en la isla:
- Fray Agustín de Quevedo y Villegas (1707–1758), doctor en teología y autor de la obra Opera Theologica.
- Antonio de Quevedo y Villegas, religioso en la Catedral Primada de América, encargado de los informes de limpieza de sangre; perdió la vista, pero su sabiduría permaneció intacta.
- Juan Francisco de Quevedo y Villegas, funcionario colonial como Secretario de Cámara y Escribano de la Real Audiencia, y padre de varias hijas, entre ellas Rosa de Quevedo y Villegas, casada con Luis N. Marcano y Guevara.
Rosa falleció en 1803, mientras que Luis murió en Palos Blancos, Baní, en 1807. De esta unión nacieron varios hijos, entre ellos Juan José Marcano Quevedo, bautizado en la Catedral de Santo Domingo, con su tío abuelo Antonio como padrino.
Legado profesional y militar
José Ignacio Marcano Quevedo se casó con María Merced Guerrero García, y de esta unión nació Félix Marcano y Guerrero (1801–1881), destacado abogado y Teniente Fiscal durante la Anexión a España. Tras el fin de la anexión, su familia fue trasladada a Manzanillo, Cuba, donde continuaron defendiendo sus derechos y legado profesional.
Sus hijos, Francisco, Luis Jerónimo y Félix Marcano Álvarez, también fueron figuras relevantes; Luis Jerónimo se unió al Ejército Libertador cubano, alcanzando el rango de Mayor General durante la Guerra de los Diez Años.
Huellas en la actualidad
Una de las hijas de Luis Jerónimo, Celia Marcano, se casó con Pedro Castillo (Del Castillo). Celia fue abuela materna del abogado y escritor Freddy Prestol Castillo (1914–1981), autor de El Masacre se pasa a pie, y madre de Miguel Antonio Castillo Marcano, tatarabuelo por vía materna del historiador Hanlet Domínguez Castillo.
El apellido Quevedo y Villegas dejó su huella en Santo Domingo a través de generaciones que se destacaron en lo religioso, administrativo, cultural y militar. Recordar este linaje es reconocer cómo el pasado sigue vivo en la memoria y en la sangre de quienes heredamos esa historia.