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Francina Hungría: "El obstáculo no es la discapacidad, es la percepción de la sociedad"

José Beltrán explicó cómo los prejuicios, y no la discapacidad, siguen impidiendo la inclusión real en educación, trabajo y ciudad

Santo Domingo.- Las enfermedades y condiciones de discapacidad afectan a más de un 12% de la población dominicana, de acuerdo con las estadísticas oficiales.

En este grupo, se encuentran 398, 594 personas tienen discapacidad visual en el país y que enfrentan a diario obstáculos que van mucho más allá de la falta de visión: barreras culturales, prejuicios sociales, espacios urbanos inseguros y, en muchos casos, la exclusión laboral.

Francina Hungría y José Beltrán, de la Fundación Francina Hungría, una organización dedicada a la defensa de los derechos de las personas con discapacidad visual, coinciden en que, aunque en el país se han dado pasos hacia la inclusión, todavía existe un largo camino por recorrer.

Hungría resalta que el mayor obstáculo no es la condición en sí misma, sino la percepción que la sociedad tiene sobre las personas con discapacidad.

“La mayor barrera que impide la participación plena de las personas con discapacidad no es su discapacidad, sino el modo en que son percibidos. Desde los padres y maestros, hasta los empleadores y tomadores de decisión, aún tenemos muy bajas expectativas sobre lo que puede hacer una persona con discapacidad”, explicó Francina Hungría durante su participación en Almuerzo Semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio.

Esto se traduce en situaciones que parecen cotidianas, pero que son profundamente discriminatorias: desde quien felicita a una persona ciega por “vestirse sola”, hasta quien considera un halago decir que “no parece tener una discapacidad”.

“Son etiquetas que refuerzan la idea de que la discapacidad define a la persona, cuando en realidad lo que debe definirse son sus capacidades y derechos”, añadió Hungría.

Inclusión real vs. caridad

José Beltrán explicó que en el ámbito laboral, es donde aún prevalecen tres barreras principales.

Primero, la visión asistencialista: “Muchas empresas creen que contratan a una persona con discapacidad para ayudarla, como un acto de caridad. Eso es un error. Se contrata porque la persona está capacitada para dar un servicio, y punto”.

La segunda barrera es el mito del costo. Beltrán explica que en ocasiones las empresas asumen que adaptar espacios para personas con discapacidad es demasiado caro.

“Eso ocurre porque crean programas sin consultar a las organizaciones que trabajan en el tema. Gastan en infraestructura o equipos que luego no sirven a la persona contratada, y concluyen que la inclusión es costosa. En realidad, si se planifica bien, la adaptación puede ser mínima y muy efectiva”.

La tercera barrera, dice, es la confusión sobre el concepto de inclusión: “Aquí se entiende inclusión como hacer grupos separados: este para mujeres, este para jóvenes, este para discapacidad. Pero inclusión real significa diseñar servicios, espacios y oportunidades para que todos participen en igualdad de condiciones”.

A pesar de estas limitaciones, ambos reconocen un avance: “Hace 15 años era impensable que una gran empresa hablara del tema de discapacidad. Hoy está en la conversación. Eso es un logro, aunque todavía falta mucho”, indicó Beltrán.

Seguridad social y personas con discapacidad

Otro de los puntos críticos es la seguridad social. Según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más de la mitad de las personas con discapacidad en República Dominicana son cabezas de hogar, lo que implica responsabilidades económicas y familiares de gran peso.

Sin embargo, Hungría y Beltrán denuncian que el sistema de seguridad social aún no contempla de manera justa las necesidades de esta comunidad.

“Las pensiones solidarias existen, pero son insuficientes. Y todavía la discapacidad se ve como una condición periférica, no como parte integral de la ciudadanía”, explicó Hungría.

La ciudad como barrera

La Fundación Francina Hungría también ha puesto en agenda un tema pocas veces discutido: cómo la infraestructura urbana impacta en la vida de las personas con discapacidad.

“El manejo de la basura, los sistemas pluviales que no funcionan, las aceras rotas o invadidas, las rampas mal diseñadas, las barandas a medias… todo eso no es solo un problema estético o de orden público: son barreras que ponen en riesgo la seguridad de una persona con discapacidad”, explicó Beltrán.

De hecho, relató que en un congreso del Banco Mundial en Perú, los investigadores quedaron sorprendidos al escuchar cómo en República Dominicana se había planteado la basura en las aceras como un obstáculo de accesibilidad.

“No lo habían pensado, y cuando lo expusimos entendieron la magnitud. Eso significa que vamos por el camino correcto: identificando problemas reales y proponiendo soluciones”.

Agenda integral

Hungría subraya que la inclusión de las personas con discapacidad no puede verse como una agenda aislada, sino como parte de la construcción de ciudadanía plena.

“Somos entre el 12% y el 15% de la población dominicana. No podemos estar fuera de la agenda nacional. Necesitamos políticas públicas claras, seguridad social justa, educación accesible, empleo digno y un entorno urbano seguro”.

Para ella, la cuota de inclusión establecida en la Ley 5-13, que garantiza un 15% de contratación en el sector público, es un paso importante, pero debe aplicarse con rigurosidad y con un enfoque centrado en la capacidad profesional de las personas.

“La discapacidad no es una profesión. Las empresas no deben pedir perfiles de ‘personas con discapacidad’, deben pedir perfiles de ingenieros, administradores, abogados, diseñadores… y dentro de esos perfiles incluir a personas con discapacidad que estén capacitadas para esos roles”.

Conciencia y acción

La Fundación Francina Hungría trabaja en múltiples frentes: capacitación laboral, sensibilización empresarial, incidencia en políticas públicas y proyectos de accesibilidad urbana. Pero su misión va más allá: transformar la percepción social.

“Lo que buscamos es que las personas con discapacidad no sean vistas como un grupo aparte, sino como ciudadanos plenos. La verdadera inclusión es cuando ya no hay que hablar de inclusión porque está normalizada”, concluyó Hungría.

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Edili Arias

Periodista egresada de la Universidad O&M, apasionada por escribir sobre niñez, salud e historias humanas. Combina su amor por el periodismo con su afición por los deportes. Madre de dos niños, lo que le aporta una perspectiva cercana y sensible en sus reportajes.

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