
La República Francesa está viviendo momentos de gran convulsión social y disturbios civiles. El pasado día 8 el gobierno del primer ministro François Bayrou perdió un voto de confianza en su parlamento y se vio forzado a renunciar.
En su lugar, el presidente Emmanuel Macron designó a Sebastien Lecornu como nuevo primer ministro con la tarea inmediata de formar un nuevo gobierno y presentar una propuesta de presupuesto 2026. Lecornu procede del espectro político centro derecha y es estrecho colaborador de Macron.
Los problemas actuales de Francia que han resultado en la actual situación de agitación y malestar civil tienen su origen en la grave situación fiscal que vive ese país.
Si no hay un cambio importante en su política de gastos, la deuda actual del país, que representa un 113 % del producto interno bruto (PIB), alcanzará un 125 % en los el próximo tres años. Esto es a causa principalmente de tendencias demográficas y el pobre crecimiento del propio PIB.
El déficit fiscal proyectado para el presente año es de un 6.1 % del PIB. Para enfrentar esta situación el gobierno que encabezó Bayrou propuso una reducción en el gasto de 44 billones de euros. Esta propuesta fue rechazada por las bancadas mayoritarias en el congreso resultando en el voto de falta de confianza.
La población francesa acomodada a los innumerables subsidios y ayudas no está en disposición de recortes, aunque sin ello la nación podría verse profundizar aún más su actual crisis.
Por suerte el déficit fiscal de República Dominicana no se asemeja al francés ni tampoco su deuda pública se ubica en una proporción tan exagerada.
Sin embargo, por múltiples razones nuestro crecimiento económico se ralentiza sin que se hayan tomado acciones efectivas para controlar el exagerado gasto público.
Si en el futuro inmediato no se eficientiza y focaliza el gasto social, y se contiene la expansión del sector público, nuestro país podría verse sumido en una situación similar a la de Francia. Una lección que debemos aprender y evitar a toda costa.