Hoy como todos los martes, pero de manera muy especial, quiero dirigirme a ustedes mis lectores para abordar un desafío que ha marcado la historia de nuestra historia: la compleja relación entre la República Dominicana y Haití. Enfrentamos desafíos políticos y migratorios que exigen soluciones innovadoras y colaborativas.
La inmigración ilegal desde Haití hacia nuestra amada República Dominicana ha estado impulsada por una crisis económica crítica y la violencia generada por bandas delictivas que tienen a vistas de todos, el control de una buena parte del territorio haitiano.
Ante esta realidad, lo que propongo en un enfoque integral, un plan de desarrollo en la zona fronteriza que no sólo alivie la presión migratoria, sino que también aborde las raíces económicas y sociales del problema y así fomentar las condiciones que retengan a la población haitiana en su lugar de origen.
Para implementar este plan, propongo utilizar los presupuestos municipales administrados por casi una treintena de gobiernos locales que se encuentran ubicados en la zona fronteriza.
Sin embargo, es harto conocido de las limitaciones de recursos en estos órganos del Estado y planteo la necesidad de complementar estos presupuestos con transferencias financieras suficientes desde el Gobierno central.
Esto no sólo fortalecerá la ejecución de proyectos locales, sino que impulsará el desarrollo económico en la zonas fronteriza, generando oportunidades y mejorando las condiciones de vida.
Sin embargo, sabemos que no podemos avanzar de manera aislada, por tanto, es crucial que estas acciones estén alineadas con nuestra Estrategia Nacional de Desarrollo y con el Fondo de Cohesión Territorial.
La coordinación a nivel nacional es esencial para garantizar el éxito y sin dudas, la coherencia en la implementación de proyectos. Este enfoque estratégico no sólo fortalecerá nuestras zonas fronterizas de ambos lados, sino que también fomentará una colaboración sólida entre nuestras naciones.
La urgencia de la situación en Haití nos demanda acciones decididas. Propongo acelerar decisiones clave por parte del Gobierno central ya que nuestra colaboración puede tener un impacto significativo en la estabilidad y el desarrollo de ambos lados de la frontera; sin embargo, la actuación con prontitud es crucial para abordar la crisis económica y social en Haití y construir un futuro sólido para la región en su conjunto.
En este contexto, la propuesta de reconocer al “ciudadano fronterizo” se integra como una parte interesante de un plan más amplio. Buscamos no sólo gestionar la migración y la violencia, sino sentar las bases para un crecimiento sostenible y una colaboración fructífera entre nuestros dos países hermanos.
La integración de este concepto no sólo reconoce la realidad de nuestra historia compartida, sino que también representa un paso hacia la construcción de una solución común y la promoción de la solidaridad en nuestra isla, siempre respetando ambas soberanías e identidades culturales e históricas.
Fortalecer la frontera entre la República Dominicana y Haití exige una visión audaz y medidas concretas. Juntos, podemos superar estos desafíos y construir un futuro más próspero para nuestra isla de Santo Domingo.
Por Víctor Féliz Solano