FOMO

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Acabo de descubir que sufro de FOMO. Tendemos a poner nombre a todo para entender las cosas. Algo sin nombre es como si no existiera. La verdad es que por mi personalidad soy vulnerable profundamente al FOMO, lo que pasa que no era consciente de que lo sufría hasta que lo vi definido.

Es un miedo. Es una obsesión. Es una necesidad. Tan simple y tan complejo. “Fear of Missing Out”. Dicho en nuestro idioma, es el terror a perderse algo o a la exclusión digital.

El hecho de que haya constantemente informaciones en las redes, muchas de las cuales solo duran 24 horas, hace que estemos constantemente conectados por el miedo a no informarnos de algo, como si perdernos cualquier detalle nos aislara del mundo. En el fondo es agotador, pero en mi caso, muchas veces me relaja. Me explico.

Las rutinas, el estrés, los tapones, mil cosas de tu entorno más directo pesan y a veces marcan tu estado de ánimo. Poder entrar en ese mundo digital y ver otras realidades, información interesante, lugares a los que te gustaría ir y comida que te recuerda dejar la dieta, es una forma de escape.

Para mí es el lado positivo de estar conectado. Ahora bien, saben que soy defensora incansable de vivir la vida cara a cara y experimentar en la real más que en la digital. Pero todo es una cuestión de equilibrio.

Ahora que he descubierto que sufro de FOMO es que voy a intentar controlarme un poco. Al final, si no estoy enterada de todo, no pasa nada, porque el mundo va a seguir girando, y apagar el celular de vez en cuando no debería ser causa de ansiedad, sí de conexión contigo y con los que te rodean. Todo es cuestión de equilibrio.



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