Después de haberse dicho y celebrado que el Gobierno, en aplicación de su plan de austeridad, no gastaría ni un centavo auspiciando fiestas y parrandas navideñas, ahora se afirma lo contrario y las autoridades responsables de ese cambio de actitud tratan inútilmente de justificarlo.
Habrá fiestas solventadas con el dinero que los impuestos han sacado de nuestros bolsillo, aunque es evidente que el Estado requiere hasta el último chele para enfrentar problemas de verdad. Bailes, shows, música, alegría, a lo largo y ancho de la geografía nacional Pero ¿a qué precio?
Deberíamos aprender a arroparnos hasta donde llegue la sábana. La austeridad no es simplemente una palabra. Es un comportamiento, una conducta, una conciencia.
Cuando Danilo Medina asumió la Presidencia de la República anunció que iba a ser austero, pero parece que se está dejando convencer de que el país no está de luto y que debemos dar rienda suelta a nuestra innata vocación por la francachela, y por el gocemos ahora y después hablamos!
Aunque sea para satisfacer una inútil curiosidad, me gustaría saber, en detalle, cuánto va a gastar el Estado en las dichosas fiestas populares.