En el deporte igual que en la vida hay episodios que dejan simbologías colectivas y otras que quedan en la psique de algún particular.
Con la premisa inicial encaja el longevo lanzador Fernando Rodney, quien en un histórico Clásico Mundial de Béisbol de 2013, ganado invicto por República Dominicana, dejó en la memoria colectiva su imagen con un plátano al cinto, simbolizando el poder del fruto de la herbácea y con mayor ahínco, como “el hombre de la flecha”.
La referencia a Rodney viene por su efectividad como cerrador inesperado de los Gigantes del Cibao a sus 45 años, con bola rápida de hasta 95 millas y por una anécdota que sucedió cuando ni se perfilaba como un sólido cerrador en MLB.
Días antes del inicio de los Juegos Panamericanos Santo Domingo 2003, el Comité Olímpico local decidió hacer un recorrido de la antorcha por varios puntos de Estados Unidos e invitó a varios medios.
En Listín Diario nos designaron para cubrir el recorrido y nos unimos al actual viceministro de Deportes Kennedy Vargas (diario Hoy), Leonardo Reyes (El Caribe) y como fotógrafo al también camarada Carlos Alonzo.
El recorrido llegó al Fenway Park de Boston en busca de una reacción sobre los Panam del astro Pedro Martínez, pero no estuvo disponible porque lanzaba ese día ante los Tigres de Detroit. David Ortiz salvó la situación con gran disposición de su parte.
Mientras los Medias Rojas agotaban sus prácticas de bateo, sucedió lo inesperado: para sorpresa del grupo, Manny Ramírez se acercó motu propio a dar su opinión favorable sobre los Juegos. Así dejó otra muestra de aquello que sobre él se acuñó de “Manny siendo Manny”.
En tanto, Rodney hacía señas insistentes para que fuéramos al lado de Detroit, pero los periodistas teníamos instrucciones de no traspasar una cinta dispuesta antes de la línea entre home y primera base y no pudimos llegar a donde el hombre que llegaría a salvar 327 partidos en el Big Show.
A través de los años hemos constatado que Rodney es un tipo agradable, de fácil y divertida conversación, cualidades que agrega a su exitosa carrera de Grandes Ligas y que en sus postrimerías sigue dando gusto verle lanzar en la pelota invernal, ahora con los Gigantes del Cibao.
La segunda premisa es por el exlanzador zurdo Pedro Reynoso, fallecido el 29 de diciembre en la comunidad de Montenegro, provincia Duarte.
El 7 de febrero de 1965 fue domingo. Es la fecha en la que Pete Rose, con los Leones del Caracas, conectó una línea que le quebró el hueso cúbito del brazo izquierdo al lanzador Pedro Reynoso, que lanzaba por los Leones del Escogido en un juego Interligas en Caracas.
Recordamos el lamentable episodio de aquella lejana fecha. Nuestro padre Leopoldo Abreu (EPD), escuchaba el partido en su radio Siera, acostado en mi cama y le acompañaba sentado junto a su cabeza, mientras esperábamos el almuerzo que preparaba mi madre Victoria (EPD), acompañada de mi hermana Tita.
En las décadas de 1970 y 1980 vimos varias veces a Reynoso en las calles de San Francisco de Macorís con aspecto muy humilde, sin aparente rumbo fijo, quizás necesitado de apoyo.
Siempre nos asaltó la duda de lo que habría sido su vida sin ese accidente que provocó involuntario Pete Rose. Con sus herramientas la “Carpia” pudo ser un segundo Danilo Rivas en la pelota dominicana y nos queda la duda de si recibió en vida alguna ayuda como vieja gloria del deporte.
Un hombre que ganó el juego decisivo ante Cuba en la conquista de la medalla de oro por República Dominicana en los Juegos Centroamericanos de 1962 en Kinsgton, capital de Jamaica.