Feminicidio: neurocriminología del cerebro (2 de 2)

Feminicidio: neurocriminología del cerebro (2 de 2)

Feminicidio: neurocriminología  del cerebro (2 de 2)

Podemos cambiar el fenómeno de los feminicidios desde la neurociencia. El siglo XXI es el “siglo del cerebro”, y la neurocriminología acepta que es una disciplina híbrida que funda su estudio en la relación biológica y psicológica, pero más en la sensación de que todo el tiempo nuestra “cabeza” está controlando la parte física del cuerpo, que nuestro cerebro que representa la parte central de la estructura estratificada de la persona humana.

¿Cómo es el cerebro de un feminicida? Esta pregunta aspira saber por qué todos nosotros erramos en algún momento en las funciones ejecutivas cerebrales mostrándonos agresores, pedófilos, violadores, feminicidas.
La neurocriminología parece ser una fórmula para estos casos, pues parte de la premisa de que el cerebro es la clave para comprender todo lo que el hombre hace como individuo y como ser social.

Luego se reconoce que estamos ante una etapa de metafísica de la neurocriminología, no por poder fundar un paradigma que explique del todo esta violencia, sino por la juventud de esta metodología transdisciplinar.

Para los hombres que ya tienen un historial de maltrato al “sexo débil”, el viejo esquema de que la violencia de pareja es un problema social complejo, cultural, no nos ayuda mucho; es un problema de las funciones ejecutivas del cerebro, las responsables de la anticipación, planeación, autorregulación, cognición y control inhibitorio a la violencia, haciendo posible las funciones que involucran los valores afectivos y motivacionales.

Le he pedido al profesor Bello Díaz de la UCSD, autor del libro “Neurociencias y aprendizaje” (2018), nos explique el mecanismo cerebral de esta violencia, y esto fue lo que nos dijo: “El componente que gatilla el problema con el homicidio es la ira, antecedida por un período de stress intenso.

La ira se encuentra en el sistema límbico, activando las estructuras límbicas, emocionales, como son las amígdalas cerebrales, el hipocampo, donde está la memoria, y se conecta con todos los episodios y recuerdos de sufrimiento y ansiedad que ese objetivo ha tenido en comunidad.

Luego pasa por el núcleo accumbens, que tiene que ver con las actividades que realiza el organismo, con la neurotransmisión de serotonina y dopamina, unos neurotransmisores que impregnan todo el cerebro de esa sustancia.

Y eso pasa al lóbulo prefrontal, comunicándose a través de fibras con los lóbulos orbital dorsal y dorsolateral, que son los responsables de las funciones ejecutivas, que son las que guían el cuerpo humano a la toma de decisiones, a la flexibilidad, la inhibición, al planeamiento, haciendo que haya una disfunción de las FE y se produzca una pérdida momentánea del razonamiento, y producto de eso, puede conducir a que el hombre, terminan por impulsar que las personas cometas acciones fuera de la razón.

Pasado la concentración de esos neurotransmisores, de esos circuitos, se arrepiente, pero es ya es tarde.”
El pasado viernes 25 de enero, conjuntamente con el distinguido doctor hemos realizado la primera reunión del Comité Gestor de Neurocriminología para el estudio de la violencia de género y otras modalidades.



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