Llegó diciembre, mes de la Navidad. Desde los primeros días del mes se empieza a respirar el aire navideño, el romanticismo y sentimentalismo que esta época conlleva; se siente en las familias al colocar los adornos, los arbolitos luminosos, los balcones adornados y encendidos, las decoraciones de las tiendas y las calles.
Ese mismo espíritu navideño se traslada a nuestros sentimientos y pensamientos; por lo tanto, estamos más sensibles, más comunicativos y nos reunimos con más frecuencia con los familiares.
Desde hoy les invito a revisar lo que hicimos durante los once meses anteriores, principalmente cómo nos tratamos a nosotros mismos y cómo tratamos nuestro entorno familiar más cercano (pareja e hijos) y en algunos casos, personas agregados a la familia nuclear (abuelos, tíos, primos y hermanos).
Revisarnos nos da la oportunidad de modificar algunas actitudes, ya que somos seres cambiantes nos pasamos la vida tomando decisiones familiares en base a los pensamientos de ese momento y creyendo que era lo mejor.
Pasado el tiempo entendemos no era la decisión correcta con relación a una situación de un familiar, lo que puede hacer que sentirnos mal o culpables.
Revisar nuestras actitudes de los 11 meses anteriores nos permite entender que en su momento procedemos como sentimos y pensamos, pero luego comprendemos no era lo más conveniente; por lo que no debemos culparnos, sólo cambiar de actitud.
Muy propicia esta época para si no hemos demostrado con palabras el cariño que sentimos por algún familiar, lo hagamos ahora antes que lleguen las fiestas navideñas para disfrutarlas en la mayor armonía, paz y felicidad.