Para los dominicanos no debe ser sorpresa que entidades internacionales pretendan ejercer presión sobre República Dominicana para que cargue sobre sus hombros el problema haitiano.
Algunos lo hacen bajo un errado concepto de solidaridad, pero otros sólo buscan mecanismos para ampliar fuentes de ingresos.
Las presiones no son nuevas para República Dominicana ni tampoco los intentos de difamar a una Nación.
En las actuales circunstancias en que Haití atraviesa una de sus más profundas crisis y que la comunidad internacional prácticamente se ha desentendido, no extraña que esos instrumentos de presión vuelvan a la carga.
Ahora hay un agravante pues en la disputa electoral dominicana se ha introducido el recurso de la desinformación con el tema haitiano con tal de obtener ganancia política con un tema tan delicado.
En los últimos días dirigentes políticos se han prestado a la irresponsable tarea de divulgar contenidos falsos para exacerbar sentimientos nacionalistas.
Eso no ayuda y, por el contrario, facilita armas a los grupos y organismos internacionales que pretenden desacreditar a República Dominicana para forzar a que este país cargue con el problema haitiano.
eLa embestida que se avecina contra el país, coincidente con la profundización de la crisis haitiana, no resiste que se juegue a la propaganda o la desinformación con un tema tan delicado para el interés nacional.