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Extravío y ruina absoluta

Roberto Marcallé Abreu Por Roberto Marcallé Abreu
Extravío y ruina absoluta
📷 Roberto Marcallé Abreu

Es como para sentir que el corazón se le deshace a uno en mil pedazos. Lágrimas en los ojos y casi un grito de desesperación en los labios. ¿Qué está ocurriendo con nosotros? ¿No existen límites ante esta incalificable tragedia?

Miro a este hombre abrumado por la angustia, el marchito ramillete de flores amarillas y blancas que lleva en las manos. Se cubre el rostro empapado de lágrimas, el gesto desasosegado y perdido en un mundo que es para él como un infierno, mientras abraza el minúsculo féretro blanco y llora con desesperación.

Apenas si se escucha su voz apagada mientras solloza “mi pequeña, mi pequeña…Dios mío, no soporto este dolor. ¿Quién me va a dar un abrazo cuando llegue del trabajo? ¿Quién me va a dar un beso?”

Yanelsi Rodríguez, de cuatro años, la niña de Ramón Pérez Espinal, con una sonrisa tan hermosa como la de una mañana de lluvia, violada y asesinada, ya no volverá a sonreír.
Los homicidas, dos antisociales, uno con causa abierta por otro caso de estupro.

Tras quitarle la vida arrojaron su pequeño cuerpo agraviado sobre un montón de desperdicios en un callejón que se conoce como “el de Los Lima.”

Ante este reciente caso que mantiene a la ciudadanía en un estado de indignación e impotencia, la interrogante es cómo hacer frente a un estado de cosas en una sociedad al borde del abismo que ha perdido del todo su rumbo y donde el horror impune es el pan nuestro de cada día.

La tragedia es, ya, una constante en un país en los límites del colapso que ha desdeñado la decencia y donde el horror y la tragedia abren cada vez más las puertas. Esa luz que alguna vez fue nuestro norte y recreó la esperanza por una sociedad organizada y justa como la que soñó Duarte se nos cae a pedazos de forma irremediable.

A principios de mes, Misael Josué Pérez Peña emboscó a su ex mujer y le asestó cinco puñaladas. Alexis Bienvenido Rodríguez, en Montecristi, fue detenido por agredir a Niovel María Salazar.

Luz Carina Guzmán trató de suicidarse y Bienvenido Pérez y Ari Cerda, de 54 y 49 años fueron hospitalizados al ser agredidos de ”forma salvaje” por desconocidos. Hay asesinatos, desapariciones y suicidios por doquier.

¿Estamos a la deriva? William de la Cruz, de 49 años, empleado de una envasadora de gas licuado en Santiago fue asesinado a balazos. Mientras se habla alegremente de imaginarios índices de progreso, la Encuesta Nacional de Hogares consigna que solo un 54 por ciento de la población tiene acceso al agua dentro de sus casas y un 19.5 debe obtenerla en los patios.

Solo el 44.9 por ciento de la población recibe el líquido vital dos o tres días a la semana, mientras el 57,4 por ciento de las familias posee un solo lavamanos y el 8.7 sigue utilizando letrinas. Un 11.5 no dispone de sanitario.

La desorganización institucional es abrumadora. Leamos: Un funcionario demanda que se prohíba instalar negocios de venta de automóviles en terrenos de alta vocación agrícola. El comercio exterior de minerales entre República Dominicana y China registra un déficit creciente y 14 mil kilos de drogas fueron incineradas el año 2019.

La búsqueda de opciones auténticas a fin de que el país logre insertarse en un contexto de orden y civilización es un objetivo de primer orden. Este actual estado de cosas nos arrastra de manera acelerada a una situación de extravío, de locura, de ruina absoluta.

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