La lengua castellana es extensa en sí misma, y lo es también en el plano geográfico gracias a una literatura antigua impuesta por la política cultural del imperio, que utilizó la lengua, como había aconsejado en 1492 Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática, publicada poco antes del primer viaje de Colón.
Pero también debido al principio de autoridad establecido desde la segunda década del siglo xviii, con el establecimiento de la Academia, que ha sobrevivido a los españoles y ha hecho firme el vínculo cultural con las antiguas colonias de América, que alcanzaron la independencia material y política, pero han preferido cubrirse bajo esta forma del liderazgo espiritual de España, una nación con varias lenguas, pero de entre todas la castellana, por haber sido la del reino de la conquista.
Antes se escribía poco, casi nada. Hoy día, en cambio, se lee y se escribe mucho. Quienes leían, porque hicieron el hábito en el lapso 60-80 del siglo xx, todavía leen, y a ellos se han sumado millones que de no haber sido por las nuevas tecnologías audiovisuales se les pasarían meses sin poner las manos sobre un escrito de veinte palabras.
No pasa un día sin que millones de personas, sólo en Santo Domingo, lean o escriban algo, así sea con incorrecciones. Pero no siempre fue de esta manera. El arte y el oficio de escribir eran excepción y calidad hace cien años en Santo Domingo y en gran parte del mundo, incluida España.
Un viaje en retrospectiva, del presente al primero de los primates cerebrales que utilizó un signo con un significado duradero, puede dejar ver el carácter excepcional de la escritura. La masificación de hoy día, y la utilización del alfabeto para armar palabras sobre la base de signos, contiene algunos elementos engañosos.
Uno de ellos, la presunción de que al escribir hablamos. Esto es falso. El habla se produce acompañada de un entorno, una circunstancia, actitud y estado de ánimo que se refleja en gestos, pausas, tonos y tesituras, imposible de imprimirlos en el decir escrito.
Para acercar un poco la escritura al habla han sido ideados recursos y normativa que a veces son puestos a un lado por escribidores de oficio, ignorados absolutamente por los de ocasión y desgraciadamente desconocidos para muchos profesionistas.
En realidad, al escribir traducimos, y lo hacemos según nuestro dominio de esta técnica de utilización de la palabra cuando deja de ser sonido, música si se quiere, para ser cosa no audible.
Escribir no es fácil, no importa que lo parezca. Me cuesta un potosí a pesar del tiempo haciéndolo para ganarme la vida, y acaso tenga su origen en el hecho de haberme topado con la gramática temprano en la vida.