Durante el acto protocolar realizado en San Francisco de Macorís con motivo de la ampliación a ese municipio de la provincia Duarte del programa de seguridad Mi País Seguro, la vicepresidenta Raquel Peña ha advertido que el gobierno no permitirá que la delincuencia y la criminalidad arropen el país.
Es alentador.
Al otro lado de la frontera la delincuencia y la criminalidad han sentado sus reales desde hace años y a pesar de que parecía el azote de sectores marginales, desde julio pasado, tras la muerte violenta del presidente Jovenel Moïse, pocos deben dudar que se trata de un mal generalizado.
No hay, como consecuencia, que subestimar las posibilidades de contagio, o recurrir al ya manido expediente de las percepciones. La delincuencia y la criminalidad pueden echar por tierra en días el trabajo de años en la organización y puesta en rumbo de una nación.
Los mecanismos de vigilancia y control con los que cuentan hoy día gobiernos y particulares son inmensos. Hay que usarlos e ir uno, dos pasos, delante de las fuerzas de la descomposición.
Este adelantarse a los hechos sobre la base de la inteligencia y las estadísticas será siempre preferible que ser, simplemente, reactivos.
Saludamos la expansión del programa de prevención Mi País Seguro.
