Si asumimos la moral como el conjunto de costumbres y normas que se consideran buenas para dirigir o juzgar el comportamiento de las personas en una comunidad. Debemos deducir que la decisión que tomó el presidente de los EE.UU Harry Truman, de tirar las bombas atómicas, en Hiroshima el 6 de agosto de 1945 y en Nagasaki el jueves 9 de agosto, fue moralmente cuestionada e incorrecta.
246,000 personas muertas, de las cuales 123,000 fallecieron el mismo día del lanzamiento, mientras que el resto murió por lesiones, o enfermedades atribuidas a la radiación, leucemia, canceres, etc., la gran mayoría de muertes fueron de civiles.
Las ciudades donde fueron lanzadas las bombas atómicas fueron destruidas, quedaron arrasadas, y provocaron las muertes de mujeres, niños y ancianos, y los que menos murieron fueron los supuestos objetivos reales, los militares.
El gobierno de Japón había atacado militarmente a los EE.UU, pero su ataque no había sido a objetivos civiles, sino militares, ese ataque ocurrió a una base naval de EE.UU ubicada en Hawai, el domingo 7 de diciembre del 1941, los estadounidenses perdieron 188 aeronaves, murieron 2,403 estadounidenses y otros 1,178 resultaron heridos de diversa consideración.
Sin embargo, los japoneses no atacaron la central eléctrica, el astillero, las instalaciones de mantenimiento, los depósitos de combustible y torpedos, los muelles de submarinos y el edificio del cuartel general y de la sección de inteligencia. Los japoneses perdieron 29 aeronaves y cinco mini submarinos, además de sufrir 65 bajas militares entre muertos y heridos. Asimismo, un marino japonés fue capturado vivo.
Los japoneses, a diferencia de los estadounidenses, atacaron objetivos militares, no civiles y los preceptos morales de estos pudieran ser sólidos, pero (EE.UU al momento del ataque no estaba participando directamente en la guerra), desde el punto de vista moral EE.UU o Japón, quien quedó más mal trecho?
La moral que quiso tener el presidente Truman, fue falsa, cuando dijo: “Le he dicho al secretario de Guerra, Henry Lewis Stimson, que la use de modo que el blanco sean objetivos militares y los soldados y marinos, y no mujeres y niños. Él y yo estamos de acuerdo. El objetivo será puramente militar”.
Para poder cuestionar al presidente Truman sería necesario saber si la decisión de lanzar las bombas en Hiroshima y Nagasaki, fueron de él, o por el contrario esa decisión la tomó el secretario de Guerra Henry Lewis Stimson, pero conociendo el manejo de la jerarquía política, militar y de los asuntos de estados, se asume que una decisión de tanta envergadura, evidentemente la debió tomar el propio jefe de Estado, Harry Truman.
Desde nuestra posición asumimos que moralmente, pero sobre todo éticamente, la acción de lanzar las bombas atómicas fue muy cuestionada, pero en definitiva la decisión de borrar del mapa a 246, 000 almas inocentes, arrastra culpas morales, siempre y cuando el individuo no esté convencido que está haciendo lo correcto para su país, aunque sea una acción criminal.
Es posible que en esta acción el presidente estadounidense estuviera plenamente convencido que hacia lo correcto, para el beneficio de su país. Pero, lo que conviene a un país, al margen del resto del mundo, es lo moralmente correcto?. Y aquí volvemos a la pregunta que titula este artículo, ¿Existen reglas morales absolutas?, evidentemente que no.
*Grabiel Sánchez es Vocero Nacional del Falpo.