Evaluación constante

Evaluación constante

Evaluación constante

Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

Pensar que las personas debemos aceptarnos “porque sí” es pensar que también nosotros tenemos que devolver el favor sin derecho a corrección o sin exigir el ticket de cambio del paquete de regalo.

Y realmente las cosas, en las relaciones, personales o profesionales, nunca son tan simples ni tampoco deberían ser tan complejas.

Lo ideal sería asumir que los cambios, transformaciones y mejoras son parte esencial de la vida y el deseo de ser “una mejor versión”, en especial con el paso de los años, debe correr siempre por la sangre del ser humano.

Conformarse no es una opción; superarse es el estilo que debemos tener como regla de vida.

Es común escuchar “soy así y así tienen que aceptarme”, cual frase lapidaria para dejar claro que no se tiene la menor intención de cambiar y que los demás lo aceptan o lo dejan.

No tengo que ser una erudita para afirmar que, sin importar el tipo de relación que tengamos, debemos aprender a negociar, ceder y entender.

Por lo general, las personas intransigentes, egocéntricas y poco flexibles terminan navegando solos, en sus lujosos yates, pero en soledad o acompañados del efímero interés que llega por la conveniencia o la oportunidad.

Los procesos de cambios, vistos desde el punto de vista psicológico, son una evolución natural y necesaria de cada ser humano.

Es decir, que debemos adaptarnos según la situación o el contexto, pero sobre todo, tenemos la oportunidad de ser mejor de lo que fuimos ayer con la sola intención de evaluarnos y descartar las conductas que, más que bien, nos hacen daño.

En síntesis, cometer errores está permitido, pero si no aprendemos nada de ellos o de las personas que nos rodean, no sirve para nada.



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