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Ética y economía en constante dilema

Desde su nacimiento, la economía como ciencia fundada por Adam Smith en 1776 con su obra “La Riqueza de las Naciones” afirmó que “es el interés propio y no la benevolencia lo que sirve al bien común” en otras palabras La mano invisible dice “Los individuos… no tratan de promover el interés público ni saben cuánto lo están promoviendo.

Solo buscan su propia seguridad, su propia ganancia, para la cual se ven llevados por una mano invisible a promover un fin que no estaba en sus intenciones. Buscando su interés personal suelen promover el de la sociedad más eficazmente que cuando pretenden promoverlo realmente"

Esa frase paradigmática en economía afecta varias dimensiones de la vida actual tales como: el aumento de la desigualdad social y la inseguridad económica y un modelo de globalización que favorece a las grandes empresas y las elites financieras, hoy día amenazadas por el cambio climático.

Los seguidores del padre de la escuela clásica de Smith complicaron más adelante el problema de la ética, pues los neoclásicos y sus postulados sobre el “homo economicus” buscan la maximización del interés propio de unas preferencias materiales subjetivas cuya obtención (bajo supuestos muy limitados) lo hace mediante los mercados competitivos.

¿La pregunta obligada, es este homo economicus, un reflejo de la naturaleza humana o sea el egoísmo es la fuerza evolutiva que mueve al ser humano a triunfar, o a imponerse sobre otros individuos o a los grupos altruistas? Y según los últimos estudios tanto de psicología, de la neurociencia y la biología de Harvard, lo niegan.

Si fuera así, los seres humanos no cooperaran ni respetaran normas morales. Desde una perspectiva histórica se ha demostrado que la mayoría de los marcos éticos (seculares y religiosos) tienen un objetivo común es fomentar conductas pro-sociales y reprimir conductas egoístas y agresivas.

Si analizáramos críticamente la escuela neoclásica esta creó una fuerte diferenciación entre lo positivo y lo normativo entre hechos y valores, aunque no es posible separar los valores de la reflexión económica. Por encima de eso, la economía se propone dar respuestas concretas a las cuestiones nodales de la filosofía moral: la naturaleza del ser humano, el propósito en la vida y la forma correcta de actuar en distintas circunstancias.

Un examen detallado de la escuela neoclásica comienza por preguntar ¿qué realmente valoran los seres humanos? La respuesta común sería, la felicidad, pero eso se interpretaría de forma individual según un conjunto de factores que condicionan a cada sociedad. El utilitarismo ve la felicidad en sentido hedónico (El hedonismo es una teoría filosófica que considera el placer como el fin y el fundamento de la vida) de maximizar el placer y minimizar el dolor.

En cambio, el enfoque aristotélico ofrece una idea más extensa asociado con vivir una vida plena, con lo que él consideraba valorada en relaciones significativas de propósitos, y contribución a la comunidad. Esto requiere inculcar la virtud como realización potencial para avanzar desde el presente hasta lo que podría convertirte desarrollando las capacidades y destrezas temas retomados por Amartya Sen y Martha Nussbaum.

El Informe Mundial Anual sobre la Felicidad muestra que los países más felices son más ricos, pero que también disfrutan de un mayor apoyo social y niveles más elevados de confianza y generosidad con mejores condiciones para que el desarrollo de las capacidades no se vea impedido por factores como la corrupción.

Harvard y sus investigaciones llevadas a cabo con numerosos estudios demostraron que los seres humanos tienen inclinaciones pro-sociales, como el altruismo y el sentido de justicia. En un estudio de la economía conductual las personas están dispuestas a cooperar, compartir y recompensar la confianza, pero también a castigar el engaño, el oportunismo.

En la tradición aristotélica, el bien común es el bienestar que surge de una experiencia social compartida y que trasciende el bienestar individual, no excluye a nadie y no puede desagregarse en la suma de los bienestares individuales.

Estos postulados, reflejan la idea de que solo florecemos con relación a otros. Si lo aplicamos al campo de la política, es sinónimo de instituciones que mejoran el bienestar de todos, incluidas las generaciones futuras.

Requerimos de un compromiso permanente con el bien común, cuya utilidad sea de servir de limite moral a la economía de mercado Sin un fin compartido entre todos, los objetivos de la vida económica se reducen a mera ganancia material y financiera.

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Economista y contador público, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) con maestrías en Administración Pública (PUCMM), Manejo Sostenible del Agua (PUCMM), Contabilidad Tributaria (UASD) y Riesgo de Desastres y Gobernanza del Cambio Climático (Universidad Alfonso X el Sa...

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