Ética en la toga y confianza ciudadana en Manual de Ética Judicial de Justiniano Montero

La ética en el estado constitucional
En el sistema judicial la ética debe garantizar que quienes imparten justicia lo hagan con imparcialidad, integridad y responsabilidad. No basta con aplicar la ley en piloto automático; los jueces deben actuar conforme a principios morales que aseguren el respeto a la dignidad humana, la equidad y el debido proceso. La confianza pública en la justicia depende en gran parte del comportamiento ético de sus operadores, ya que cualquier desviación puede socavar la legitimidad del sistema en su conjunto.
En un Estado constitucional, donde el poder está limitado por normas fundamentales y los derechos fundamentales ocupan un lugar central, la ética judicial adquiere aún mayor relevancia. El juez no solo aplica la ley, sino que también la interpreta a la luz de los valores constitucionales, lo que exige un compromiso ético profundo con la justicia sustantiva. De esta manera, la ética actúa como un puente entre el texto legal y los principios democráticos que lo sustentan.
Es innegable, pues, el rol relevante que juega la ética judicial en los debates contemporáneos sobre la legitimidad del Poder Judicial en los Estados democráticos. El Manual de Ética Judicial del magistrado juez Justiniano Montero Montero constituye un significativo aporte, tanto por su claridad conceptual como por su pertinencia práctica para el fortalecimiento del ejercicio jurisdiccional desde un enfoque de integridad, fortalecimiento institucional y responsabilidad pública.
Fundamentos de la legitimidad de los jueces
El texto se estructura a partir de una premisa central: el juez no puede limitarse al cumplimiento mecánico de las normas, sino que debe regir su conducta bajo principios éticos que, si bien no siempre se encuentran codificados, resultan esenciales para preservar la confianza ciudadana en la justicia. Desde esta perspectiva, el autor distingue con precisión entre legalidad y legitimidad, subrayando que un juez puede actuar conforme a derecho pero, aun así, traicionar el espíritu de la función jurisdiccional si su actuación carece de rectitud moral o revela un uso instrumental del poder.
El manual retoma principios ampliamente aceptados por los instrumentos internacionales sobre la materia, como la Declaración de Bangalore sobre los Principios de Conducta Judicial (2002), y los contextualiza en el marco de los desafíos institucionales y culturales propios de los sistemas judiciales latinoamericanos. Esta articulación entre referentes globales y realidades locales es uno de los principales aciertos del libro, en tanto permite que el lector no solo internalice principios, sino que comprenda cómo operan en situaciones concretas.
Valores fundamentales de la ética judicial y su visión sistémica
Montero Montero examina con detenimiento los valores fundamentales de la ética judicial: imparcialidad, independencia, integridad, transparencia y diligencia. Sin embargo, su abordaje no es meramente normativo, sino que incorpora una dimensión reflexiva orientada a la formación del juicio prudencial del juez. En lugar de ofrecer un listado rígido de conductas prohibidas, el autor propone escenarios problemáticos, analiza zonas grises, y convoca al juez a un proceso de deliberación moral que exige honestidad intelectual, autocrítica y conciencia del impacto institucional de sus actos.
Uno de los ejes más valiosos del texto es la reivindicación del juez como servidor público. Esta noción, anclada en una concepción democrática de la justicia, supone que el juez debe actuar con sensibilidad social, humildad institucional y vocación de transparencia. En ese sentido, la ética judicial no se reduce al ámbito privado de la conciencia, sino que se proyecta como una exigencia estructural del sistema judicial en su conjunto. La confianza ciudadana en la justicia no depende únicamente del contenido de las sentencias, sino también de las formas, actitudes, conductas y decisiones extraprocesales de quienes las dictan.
El autor también aborda con claridad los desafíos contemporáneos que ponen en tensión la ética judicial: la sobreexposición pública, la irrupción de las redes sociales, las presiones mediáticas, el debilitamiento de los sistemas de control interno o las interferencias político-económicas. En todos estos casos, el enfoque del juez miembro de la Suprema Corte de Justicia se distingue por su equilibrio: evita tanto el moralismo abstracto como el relativismo complaciente. La ética, en su propuesta, es una brújula que orienta la conducta del juez en contextos de incertidumbre, sin por ello inhibir su independencia o creatividad interpretativa.
Este manual promueve una visión sistémica de la ética judicial. No basta con apelar a la virtud individual si no se crean condiciones institucionales que la promuevan. Desde esta óptica, la formación ética debe formar parte integral de la carrera judicial, de los procesos de evaluación y de las políticas de gestión del Poder Judicial. La integridad no puede dejarse al azar de la buena voluntad, sino que debe institucionalizarse como parte de una cultura organizacional orientada al bien común.
En suma, el Manual de Ética Judicial de Justiniano Montero Montero es una guía que establece principios, valores y criterios que deben orientar la conducta de los jueces y juezas, dentro y fuera del sistema de justicia, para asegurar la imparcialidad, la integridad y la confianza pública -ciudadana- en la justicia.
Y es que este ofrece una propuesta sólida, rigurosa y pertinente para repensar la función judicial en clave ética. Su lectura es imprescindible para quienes comprenden que el Poder Judicial no solo se legitima por la ley, sino -y sobre todo- por la conducta de quienes lo ejercen.