¿Estamos podridos?

¿Estamos podridos?

¿Estamos podridos?

Mucha gente está convencida de que este país está podrido.  Lo malo es que hay razones de sobra para pensar que tal afirmación es correcta, a juzgar por la corrupción imperante, el descaro de los que se burlan de la ley, la inseguridad ciudadana y la incredulidad generalizada, principalmente en lo que tiene que ver con los anuncios oficiales que nos pintan pajaritos volando.

A pesar de todo, yo creo que todavía hay remedio. Es un remedio, el mío, que puede salir caro, pero que vale la pena. Y lo tiene, al alcance de su mano, un señor llamado Danilo Medina.

No me estoy refiriendo a la fórmula “borrón y cuenta nueva”, primero porque esa es una película ya vieja y gastada, y nadie cree en ella; y segundo porque no es justo que los que robaron alante sean ahora perdonados como si no hubiera pasado nada.

El remedio que yo creo eficaz es, sencillamente, imponer el imperio de las leyes, sin distinción de personas,   rangos,   religión,   millonarios,  pobres… El señor llamado Danilo Medina ha dado tímidas señales de que quiere hacer algo en ese sentido, pero sigue siendo muy tímido.

Es hora de que acabe de sanear la administración pública, de fortalecer las instituciones, de revisar la nómina de Relaciones Exteriores y de otros ministerios que todavía están llenos de botellas y, en fin, de hacer cosas que nunca se han hecho.

Si no se toman a tiempo medidas heroicas, mañana quizás será demasiado tarde. Saquemos de la canasta las manzanas podridas, para que no dañen a las que todavía están sanas.



El Día

Periódico independiente.

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