Esquivos rostros de mujer

Esquivos rostros de mujer

Esquivos rostros de mujer

Roberto Marcallé Abreu

MANAGUA, Nicaragua. En ocasiones, quizás con mucha frecuencia, me dejo envolver por la magia de las letras. Vivo rodeado por la amorosa y sapiente presencia de los libros…

El portafolio que siempre me acompaña, como si fuera una cruz, está repleto de ellos.

Será porque inconscientemente pienso o siento que el tiempo que se nos concede no es suficiente para satisfacer el anhelo de compenetrarnos con esta magnífica manifestación que el genio humano nos obsequia desde hace siglos.

Días atrás, sostuve una conversación con un amigo, Eduard Tejada, quien está estrechamente relacionado con el mundo de las letras, el cine, la tecnología

. Me solicitó una entrevista de una hora sobre una de mis novelas que vio la luz en el año 2017. Se trata de “Esquivos rostros de mujer”.

Me dijo que la había leído numerosas veces y que no había podido liberarse de la obsesión que le provocaban los personajes, la trama y el aliento poético y dramático de sus letras.

Voy a hablar en primera persona, es decir, con absoluta franqueza y con plena consciencia de que se trata de una obra de mi autoría. Y puede que en muchos de mis juicios esté equivocado.

La última vez que releí ese libro fue hace cinco años. Reencontrarme con él resultó una verdadera sorpresa. Desde el principio, los personajes y las encrucijadas en las que se ven involucrados me resultaron de verdad apasionantes

La novela está impregnada de una atmósfera extraña, sobrecogedora, enigmática. Es como caminar en un ámbito de brumas. El contexto, la esencia de la trama, es la presencia de personajes indescifrables de cuyos dedos están conectados por hilos invisibles pero irrompibles las vidas y destinos de miles de seres humanos.

La sociedad es un gran entramado en el que contados eventos son casuales o accidentales. El destino humano está inscrito en códigos rigurosos desde el momento mismo en que el hombre hace acto de presencia en el contexto social.

El concepto es que el individuo no se pertenece, sino que su realidad está determinada en un código riguroso que es imposible deshacer.

Victoria Alexandra es un personaje fundamental, una persona de elevada sensibilidad cuyo ascendiente y liderazgo crecientes la comprometen a incursionar en la vida pública. Pese a su conocimiento del entorno y la gravedad de realidades a las que considera imprescindible transformar, ella desconoce a plenitud los submundos con los que se verá obligada a lidiar: Se trata de una guerra secreta, desbordada de cálculos, intrigas y conciliábulos tan pavorosos como estremecedores.

La confrontación no tarda en producirse. Su trayecto podría equipararse a una caminata por estrechos senderos rodeados de pantanos en los que flotan los cadáveres de miles de seres humanos que fueron testigos o artífices de situaciones pasadas y cuyas vidas y hechos quedaron sepultados por una realidad que no se detiene nunca, que no cesa jamás y que nada ni nadie puede detener. Esa escena se nos prefigura en una serie de gran popularidad.



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