Las encuestas siguen apuntando que el pueblo reelegirá al presidente Abinader con más de la mayoría simple necesaria para evitar una segunda vuelta.

Eso alegra a quienes creemos que Luis es por mucho la mejor opción. Pero también hay nervios porque es al parecer inevitable una reforma fiscal para después de las elecciones, que apoyan los mejores economistas y organismos internacionales que monitorean la economía dominicana.

Quizás hasta los empresarios estén de acuerdo, siempre que sea con aminoplismo, para que aprieten a otros. Un apreciado lector, profesional exitoso y brillante, me reiteró un dolín que merece atención: “¿Una reforma fiscal? ¿Para qué? Desde hace décadas se roban el 4 % del PIB destinado a Educación, sin consecuencias judiciales. Unos pocos estamos acogotados con impuestos.

Debemos meter en cintura a los políticos. Una reforma fiscal será traumática. Deben racionalizar el gasto público para que el potosí que recaudan alcance.

Reorganizar las finanzas públicas es necesario, pero sin agravar el calvario de los pagadores. Si seguimos amemados nada cambiará”.

Mucha gente honesta y decente concuerda. La legítima preocupación es de los mismos votantes que llevaron al PRM al poder y casi seguramente lo reelegirán. Hace rato deberían estar planificando cómo hacerlo bien.