Los partidos que pretenden dirigir al país reconocen su incapacidad de dirigirse ellos mismos y en nombre de esa admisión pretenden llevar a la nación al caos electoral. Más que empeñarse en mostrarse capaces, han decidido arrastrar a todos al caos.
Obligar por una ley a la Junta Central Electoral a someterse a un imposible, organizando varios procesos convencionales el mismo día con hasta cuatro sistemas distintos, demuestra la catadura de quienes se creen llamados a dirigir la nación.
Es un absurdo pretender que la Junta se vea obligada a organizar, en un mismo día, primarias en las que unos partidos pueden decidir hacerlo con el padrón nacional, otros con un padrón elaborado por ellos y otros por asambleas de delegados o militantes.
La primera aberración es llevar a la Junta a someterse a un inevitable proceso de desgaste y descrédito organizando primarias internas, que es distinto a su labor de supervisión.
Pero además, los platos rotos los tendrá que pagar el contribuyente.
Se escucha decir a esos políticos que la democracia cuesta y les decimos a esos que la nuestra cuesta demasiado y con frecuencia tiene mal olor.
Esos partidos, oficialistas y opositores, no tienen derecho de llevarnos a un caos.